SANTOS INTERCESORES SANTA FAUSTINA
SER INSTRUMENTOS DE
MISERICORDIA
PARA LOS SACERDOTES
REFLEXIÓN PARA MADRES ESPIRITUALES Y CUSTODIOS DESDE
EL CORAZÓN DE SANTA FAUSTINA KOWALSKA EN SU FIESTA
5 de octubre
Santa Faustina: el mundo te reconoce como apóstol de la
misericordia. Yo acudo a tu intercesión, pidiéndote que me
ayudes a poner en práctica tus enseñanzas, que
agradezco con toda el alma. Y déjame entrar a tu corazón
para escucharte.
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«Apóstol de Jesús y de María: que la misericordia
de Jesús sea contigo. Misericordia que se derrama
constantemente del Sagrado Corazón abierto de Jesús,
para llevar gracias abundantes al mundo. Pero la tienen
que recibir.
Dios es compasivo y misericordioso. Así lo conocí,
de Él aprendí, y hoy vengo a enseñarte a tener
compasión de los sacerdotes, y a hacerles llegar la
misericordia, fruto del amor de la Santísima Trinidad por
la humanidad.
Ten compasión de ellos, especialmente de los que
no saben escuchar; de los que viven una noche
obscura y no han alcanzado a ver la luz en un
encuentro verdadero con Jesús.
Ten compasión de los que abandonan su ministerio,
porque viven en profunda confusión, y no tienen paz; y
se alejan, y no encuentran tampoco la paz allá a donde
van.
Ten compasión de los que, a pesar de sentir una fe
frágil, luchan por su fidelidad. Trabajan sin descanso,
porque no pueden orar.
Ten compasión por los que están absortos en el
poder, y la soberbia les carcome el alma, están ciegos,
no pueden ver.
Ten compasión por los que se dejan dominar por las
pasiones de sus cuerpos, y hacen tanto mal violando no
solo la ley de Dios, sino los derechos y el pudor de la
humanidad.
Ten compasión por los que viven en la miseria, en la
pobreza, en comunidades lejanas en donde pareciera
que falta Dios, y sin embargo permanecen, se quedan,
porque ellos saben que, para la comunidad, ellos son la
presencia viva de Dios.
Ten compasión por los misioneros, los viajeros de
Dios, que contra vientos y mareas todo lo soportan por
amor, para llevar a los confines del mundo la
evangelización.
Ten compasión por los que están presos, no importa
si son inocentes o no. Viven como en un infierno, nadie
les habla de Dios.
Ten compasión por los que son perseguidos,
lastimados, heridos por causa de Cristo. Algunos viven
su pasión.
Ten compasión por los sacerdotes ancianos,
aquellos del mundo olvidados, porque hasta ellos
mismos olvidan que son elegidos de Dios.
Ten compasión de los que se están preparando en
los Seminarios para servir a Cristo con tanto entusiasmo,
pero que a veces no tienen una buena formación.
Ten compasión por los sacerdotes que anhelan ser
santos y se encomiendan a la misericordia de Dios,
porque son tan pequeños, que solos no pueden llegar
tan alto, y a veces olvidan sus sueños ante pruebas
difíciles. Les falta la gracia de los sacramentos y la
oración, no se dan cuenta que el trabajo y el activismo
no es el camino para la santificación, si no va unido a
una profunda vida espiritual que se consigue en la
oración.
Para todos ellos yo quiero pedir tu ayuda, para
conducir la misericordia divina, diciendo: Jesús, en ti
confío».
(Santos Intercesores X, n. 5-1)