18. CONOCER A JESÚS – EL MISMO CRISTO EN CADA SACERDOTE
MIÉRCOLES DE LA SEMANA III DE ADVIENTO
Vayan a contarle a Juan lo que han visto y oído.
+ Del santo Evangelio según san Lucas: 7, 19-23
En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar a Jesús: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”. Cuando llegaron a donde estaba Jesús, le dijeron: “Juan el Bautista nos ha mandado a preguntarte si eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro”.
En aquel momento, Jesús curó a muchos de varias enfermedades y dolencias y de espíritus malignos, y a muchos ciegos les concedió la vista. Después contestó a los enviados: “Vayan a contarle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso el que no se escandalice de mí”.
Palabra del Señor.
+++
REFLEXIÓN PARA EL SACERDOTE
Señor Jesús: siempre me ha llamado la atención este pasaje del Evangelio, cuando Juan manda a sus discípulos a preguntarte si tú eres el que ha de venir. El Bautista era de tu propia familia, además de que su misión era señalarte con el dedo. Seguro que él sí te conocía bien, pero quería que sus propios discípulos te buscaran para conocerte personalmente, “sin intermediarios”.
Señor, ¿yo también te busco para conocerte?, ¿puedo decir que me esfuerzo por seguir ese itinerario que, como sacerdote, configurado contigo, me debo exigir: buscarte, conocerte, amarte?
Permítenos a nosotros, sacerdotes, entrar en tu Corazón, y concédenos la gracia de escucharte.
+++
«Sacerdotes de mi pueblo, pastores de mi rebaño: ustedes han sido llamados para ser Cristos como yo.
Ustedes han sido elegidos para que me conozcan, para que me amen, para que me sigan, para que sean como yo soy.
Ustedes han sido enviados, como yo he sido enviado por mi Padre, para sanar, para curar enfermos, para enseñar, para evangelizar, para servir, para dar ejemplo, para amar hasta el extremo, para expulsar demonios, para bautizar con el Espíritu Santo, que es la fuente de vida, para alimentar con la Palabra, para perdonar, para absolver, para salvar, para guiar en el camino, para dar a conocer la verdad, para ser Eucaristía conmigo y alimentar con el pan de la vida al pueblo Santo de Dios.
Ustedes han sido enviados a proclamar que el Reino de los Cielos está cerca.
Ustedes han sido enviados como pilares de mi Iglesia para construir mi Reino.
Ustedes han sido enviados como mensajeros de paz.
Ustedes han sido enviados a llevar la esperanza al mundo.
Ustedes han sido llamados para ser ofrenda conmigo, para participar en mi único y eterno sacrificio, para cumplir la voluntad del Padre y atraer almas a mí para llevarlas al cielo.
Porque nadie va al Padre si no es por el Hijo, pero nadie viene al Hijo si no lo atrae el Padre.
Yo soy Cristo y ustedes han sido llamados para configurarse conmigo.
Yo soy el Buen Pastor y doy mi vida por mis ovejas.
Yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, como el Padre me conoce y yo conozco a mi Padre.
Mis ovejas escuchan mi voz, yo las llamo y ellas me siguen.
Conózcanme, y sepan quién soy, para que se conozcan ustedes, y sepan quiénes son; para que me amen y hagan lo que yo les mando, y sean mis amigos; para que cumplan los mandamientos y hagan la voluntad de mi Padre; para que permanezcan en mí y yo en ustedes.
Pastores de mi rebaño: conozcan a sus ovejas, para que las amen y estén dispuestos a dar su vida por ellas, y que sus ovejas los conozcan a ustedes, para que los amen, para que los sigan, para que los traigan a mí, para que me conozcan, para que me amen, para que estén dispuestas a dar su vida por mí, como yo he dado mi vida por ellas para salvarlas, para resucitarlas a la vida eterna.
Permanezcan en mi amistad, porque nadie tiene un amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Yo los he llamado, y los he escogido, y los he enviado a llevarme a todos los rincones del mundo en obras de misericordia.
Yo soy justo y misericordioso.
Amen también a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, y rueguen por los que los difaman.
Sean ustedes justos y misericordiosos, como su Padre del cielo es justo y misericordioso.
Yo los he llamado a ser portadores fieles del Espíritu Santo para obrar las obras de misericordia, y no las obras de la carne -borracheras, fornicación, impurezas, idolatría, odio, ambición, rivalidad, discordia-; sino para ser sarmientos de la vid verdadera, para dar los frutos del Espíritu Santo: bondad, amor, paciencia, alegría, paz, fidelidad, modestia, dominio de su cuerpo, dominio de sus pasiones, dominio de sus pensamientos, dominio de su voluntad. Para vivir por el Espíritu y seguir al Espíritu.
Yo los he llamado a la unidad fraterna en mí, para la vida eterna».
+++
Madre nuestra: mi misión como sacerdote de Cristo también es dar testimonio de Jesús, como el Bautista. Y para eso debo conocerlo bien. Sé que para conocer bien a una persona hay que tratarla.
Ayúdame, Madre, a cuidar mucho mi trato diario con Jesús, en el Pan y en la Palabra. Intercede por mí, para que reciba la gracia de tu Hijo, y pueda hacer con fruto mis ratos de oración.
Madre de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: déjame entrar a tu corazón, y modela mi alma conforme a tu Hijo Jesucristo.
+++
«Hijo mío, sacerdote: Jesús es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, que vino a rescatar lo que estaba cautivo, que vino a abrazar al hijo pródigo, que vino a buscar a la oveja perdida, que vino a morir para pagar, que vino a entregar la vida a cambio de la muerte, para destruir la muerte y dar vida.
Si quieres oír de amor, escucha a Jesús.
Si quieres conocer el amor, conoce a Jesús.
Si quieres sentir amor, experimenta a Jesús.
Si quieres buscar amor, busca a Jesús.
Si quieres encontrar amor, encuentra a Jesús.
Si quieres amar y ser amado, ama a Jesús, Él te ama.
Si quieres caminar seguro, camina con Jesús, Él es el camino.
Si quieres saber la verdad, sigue a Jesús, Él es la verdad.
Si quieres tener vida, vive en Jesús, Él es la vida.
Si quieres tener vida eterna, cree en Jesús, Él es el Hijo de Dios.
Si quieres descansar, ve a Jesús, su yugo es suave y su carga ligera.
Si quieres tener paz, abandónate en el plan de Dios, niégate a ti mismo y cumple su voluntad, deja todo, toma tu cruz y sigue a Jesús.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por Cristo, la encontrará. Porque ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero si arruina su vida?
Cuando el Hijo del hombre venga, con la gloria de su Padre y sus ángeles, entonces pagará a cada uno según su conducta. Al que tiene, se le dará más, pero al que no tiene, hasta ese poco se le quitará.
La lámpara que tú tienes no es para ponerla debajo de la cama, sino para ponerla sobre el candelero. No hay nada oculto si no es para que sea manifestado, no hay nada secreto si no es para que sea descubierto.
Si tienes oídos, oye y atiende lo que escuchas.
Hijos míos: yo soy Madre, y las madres conocen a sus hijos. Les pido a ustedes que abran su corazón, para que se dejen ayudar, para que reciban mi auxilio maternal. Que se reúnan en torno a mí, porque el Espíritu Santo está conmigo y yo llevo en mi seno a Dios. Porque el fruto de mi vientre es Cristo, el Salvador y Redentor.
Quiero despertar el amor en los corazones de cada uno de ustedes, para que amen a las almas que mi Hijo les ha encomendado, como Él las ama.
Quiero despertar en ustedes el amor por las almas, para que estén dispuestos a dar la vida hasta la muerte, para recuperar la vida.
Quiero encender sus corazones en el celo apostólico del amor de Dios, para salvar a todas las almas».
¡Muéstrate Madre, María!