23/09/2024

Mc 1, 14-20

1. PESCADORES DE HOMBRES – SEGUIR A CRISTO

EVANGELIO DEL LUNES DE LA SEMANA I DEL TIEMPO ORDINARIO

Conviértanse y crean en el Evangelio.

+ Del santo Evangelio según san Marcos: 1, 14-20

Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía: “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Conviértanse y crean en el Evangelio”.

Caminaba Jesús por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a Simón y a su hermano, Andrés, echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme y haré de ustedes pescadores de hombres”. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Un poco más adelante, vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en una barca, remendando sus redes. Los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre con los trabajadores, se fueron con Jesús.

Palabra del Señor.

+++

REFLEXIÓN PARA EL SACERDOTE

Señor Jesús: el santo Evangelio nos cuenta mucho sobre tu predicación en Galilea, llamando a la conversión, incluso mencionando que te gustaba caminar por la ribera del mar. Yo pienso que eso sigues haciendo ahora: pasas junto a nosotros y nos llamas.

Como a aquellos primeros discípulos, de oficio pescadores, a nosotros, sacerdotes, también nos has “pescado” en medio del mundo, nos has llamado, nos has pedido que te sigamos, dejando barcas y redes. Nos elegiste para ser “pescador de hombres”, para llevar tu palabra a las almas.

Yo quiero tener presente siempre en mi corazón esa llamada, porque me doy cuenta de que me has escogido con amor de predilección, y te debo responder generosamente, con mi amor.

Ayúdame a convertirme, porque yo sé que seguir tus pasos me lleva a la cruz. Seguirte es permanecer a tu lado, hasta el último momento. Me tomo de la mano de Santa María, acompañándola también a ella, como Juan.

Permítenos a nosotros, sacerdotes, entrar en tu Corazón, y concédenos la gracia de escucharte.

+++

«Sacerdotes míos: yo los llamo y les digo a ustedes, mis amigos: conviértanse y crean en el Evangelio, porque del polvo fueron hechos y al polvo volverán.

Conviértanse, porque días han de venir en que ya no habrá tiempo.

Hoy es tiempo. El que come mi carne y bebe mi sangre no morirá, y vivirá para siempre.

Yo los envío a caminar en el mundo hasta el cansancio, para subir a mi cruz y unir sus pies a los míos, compartiendo el mismo clavo, el mismo dolor, el mismo sacrificio, para morir y resucitar conmigo, para vivir en el gozo de mi encuentro y en la plenitud de mi gloria.

Quédense a mis pies y acompañen a mi Madre.

Ella es quien se ha entregado, incansable, corredentora y auxiliadora, defensora de la vida de sus hijos, guerrera vencedora con el arma más poderosa, que es la oración.

Sus lágrimas son irresistibles a la misericordia del Padre. Lágrimas de amor, lágrimas redentoras, que aumentan la gloria de Dios.

Este es su llamado. Es la mano que tiende a los que piden su auxilio. Es el brazo que sostiene a los que el pecado ha dejado desvalidos. Llamado por amor a mí, y es por mi amor que yo los llamo, para que sean guías, para que otros los sigan y se queden como ustedes junto a mí, amándome, adorándome a los pies de mi cruz, cuando todos se hayan ido.

Yo los he llamado a ustedes primero, a los que se han quedado al pie de la cruz acompañando a mi Madre, y a los que se han ido y la han dejado sola en medio de su dolor, y a mí me han abandonado en medio de sufrimiento y de agonía.

Es ella quien los llama, para que vuelvan a mí.

Es ella quien los convoca para reunirse en torno a mí.

Es ella quien les da de beber de mi sangre, porque ya no tienen vino.

Atiendan su llamado, que es para todos.

Ella llama a todos: a los que se quedan al pie de mi cruz, pero no suben conmigo; a los que se han ido, para que regresen; a los que se suben a mi cruz, para que permanezcan y mueran al mundo conmigo; a los que tienen miedo; a los que están cansados; a los que pierden la esperanza, y a los que les falta fe.

Este es un llamado de misericordia, que, por gratuidad y amor, entrega a sus hijos más amados: a los que viendo no ven y oyendo no oyen, mis elegidos, mis enviados, mis amigos».

+++

Madre mía: me doy cuenta de que la elección que ha hecho Jesús de mí es para llevarle muchas almas, para ser pescador de hombres.

He meditado muchas veces la importancia de cumplir mi misión. Entre otras cosas, dando ejemplo, predicando no solo con mis palabras, sino con mis obras. Así voy a llenar las redes.

Madre, me siento muy pequeño, con muchas limitaciones, pero sé que mi vocación es para ser otro Cristo. Te necesito, para que me enseñes y me ayudes a parecerme más y más a Jesús. Te pido tu intercesión para que yo pueda tener una verdadera conversión.

Madre de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: déjame entrar a tu corazón, y modela mi alma conforme a tu Hijo Jesucristo.

+++

«Hijos míos, sacerdotes: mi Hijo los escoge a ustedes, sus amigos, para que sean pescadores de hombres.

Él los elige de entre el mundo, y los saca del mundo, porque ustedes no son del mundo, como Él no es del mundo.

Yo tampoco soy del mundo, porque fui creada para ser toda de Dios desde un principio, pero fui enviada a vivir en medio del mundo, para que Dios naciera del vientre de una mujer, para ser igual en todo como los hombres, menos en el pecado, porque Él tampoco es del mundo.

El pecado es del mundo y de los que son del mundo.

Mi Hijo elige a ustedes, sus amigos, y los llama por su nombre, los conoce desde antes de nacer, y los hace profetas de las naciones, para atraer a los hombres a Él.

Es así como el Padre atrae a los hombres al Hijo, porque nadie va al Padre si no es por el Hijo, pero nadie va al Hijo si el Padre no lo atrae hacia Él.

El Padre atrae a los hombres al Hijo a través de ustedes, sus amigos, y a sus amigos los hace sacerdotes, los hace como Él.

Los hace guías, pastores, regidores, maestros, pescadores de hombres, discípulos, apóstoles, profetas, para que sean ejemplo.

Es con el ejemplo que Dios atrae a los hombres a su Hijo, para que su Hijo los lleve hacia Él.

Dios elige a los pequeños y sencillos para revelarles a su Hijo, y les da la misma misión.

Yo fui creada no para ser del mundo, sino para ser toda de Dios.

Yo atraigo a mis hijos sacerdotes a Cristo, para que aprendan a ser como Cristo, todos de Dios; para que sean enviados y profesen al mundo que Cristo es el Señor; para que crean en Él; para que invoquen el nombre del Señor como su Dios y Él los salve.

Mi Hijo Jesucristo ha predicado la conversión a todos los pueblos. Pues hoy es tiempo de predicar la conversión a los pastores, los discípulos, los mismos que deberían hacer sus obras y aun mayores, pero que han malgastado sus bienes, han tirado las perlas a los cerdos, se han alejado del buen camino, dando mal ejemplo con sus malas obras, llevando a la perdición a muchas almas, algunas inocentes. Y, aunque no todas se han perdido, se han alejado de la Santa Iglesia, por los males que ellos han cometido.

Ustedes son mensajeros de Dios que llevan el amor y la misericordia de Dios a todos los rincones de la tierra, a través de su palabra».

¡Muéstrate Madre, María!