14/09/2024

Mt 1, 18-24

PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – EL SÍ DEL SACERDOTE

«El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga» (Mt 16, 24).

Ese es el sí.

Es el sí de María y es el sí de José.

Ese es el sí del sacerdote.

Abandono, confianza, y obediencia a la voluntad de Dios, que llama, que manda, que espera.

El sí de María, que confía, que se abandona, que obedece, y que dice: hágase en mí, Señor, según tu voluntad.

Que no duda, pero qué pregunta: ¿y cómo será esto?

Y en esas palabras ella expresa la verdad, que manifiesta la grandeza de su humildad, en esa pequeña criatura que se sabe indigna, pero que se sabe pura, se sabe sierva, y se hace esclava, mientras el Espíritu Santo la hace madre, la hace digna y la mantiene pura.

Es el sí de José, que tiene fe, pero que duda, porque se siente indigno; pero se abandona y confía, abre sus oídos, escucha, entrega su corazón y obedece en todo la voluntad de Dios, antes que la razón de los hombres.

Es el sí de María, que recibe y acepta en su propio seno al Hijo de Dios.

Es el sí de José, que acoge en ese seno a la verdad, que por su fe le ha sido revelada, que acoge a la mujer que le ha sido confiada, y al fruto bendito de su vientre, para cuidarlos, para protegerlos, para permitir que Dios obre en los hombres, a través de un sí.

Es tu sí, sacerdote, que uniendo el sí de María y de José a tu propio sí, consigues la Trinidad de la Sagrada Familia, porque eres tú el mismo Cristo que va a nacer.

Ese es tu sí, sacerdote. Es el sí del mismo Cristo, el Hijo único de Dios, que siendo Dios se despojó de sí mismo adquiriendo la naturaleza humana, haciéndose obediente hasta la muerte y una muerte de cruz.

Y tú, sacerdote, ¿recuerdas cuando dijiste sí?

¿Confías y te abandonas en la voluntad de tu Señor?, ¿o tienes dudas?

¿Has pensado abandonar a tu Señor en secreto?, ¿o confías y haces lo que tu Señor te manda?

Ese es tu sí, sacerdote: es el sí de María, de José y de Jesús, por el que renuncias a ti mismo, para tomar tu cruz, para seguir a aquel por quien ha nacido la salvación para el mundo, y de la cual, por ese sí te hace parte, cuando confías, te abandonas y obedeces a la voluntad de Dios, uniendo tu fe en tus obras, para recibir, para preguntar: ¿cómo va a ser esto?, para traer a Cristo al mundo, sin dudar del poder de Dios que obra en ti, y para decir, cuando la duda te asalte: “Señor, en ti confío, mi fe está en cumplir tu voluntad, para acoger, para cuidar, para proteger a esa Madre y a ese Hijo, que es Iglesia y es Eucaristía”. Y decir el sí de María, el sí de José y el sí de Jesús todos los días de tu vida.