14/09/2024

Mt 4, 12-23

PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – ECHAR LAS REDES

«No temas, desde ahora serás pescador de hombres».

Eso dijo Jesús

Se lo dijo a Simón, y lo hizo Pedro. Y le dio las llaves del Reino de los Cielos, cuando él se reconoció un hombre indigno y pecador, y arrepentido se humilló ante su Señor. Y, dejándolo todo, lo siguió.

Y tú sacerdote, ¿sigues el ejemplo de Simón?

¿Te consideras tan solo un hombre indigno y pecador?

¿Has dejado todo, para seguirlo?

Tu Señor te ha dicho a ti lo mismo, sacerdote. Te ha pedido que eches las redes, y tú has visto lo que ha sucedido. En milagro patente Él se ha convertido, a partir del pan y el vino, fruto del trabajo de los hombres.

Tu Señor ha transformado el trabajo de los hombres en sí mismo, para hacerlo una ofrenda agradable a Dios, en su único y eterno sacrificio, santificando el trabajo de los hombres, porque Él es el único y tres veces Santo.

Y tú, sacerdote, ¿santificas tu trabajo?

¿Transformas tu ministerio en constante oración?

¿Unes los frutos de tu trabajo en el pan y en el vino, para transformarlos en el Cuerpo y en la Sangre de tu Señor?

¿Entregas en el altar ofrendas generosas, rindiendo buenas cuentas de lo mucho que te ha dado tu Señor?

¿Piensas que el fruto del trabajo de los hombres se trata solo de laicos y no de sacerdotes?

Tu Señor te ha enviado a echar las redes, y tú, sacerdote, debes hacer lo que Él te diga, aunque tú tengas considerado para ti otros planes en tu vida. Escucha, sacerdote, la voz de tu Señor, echa las redes y lleva tu pesca hasta la orilla. Entrégale tu voluntad, cree en Él y haz todo lo que te pida, aunque parezca una locura, aunque parezca una incongruencia, aunque no quieras, aunque no entiendas, aunque tu razonamiento humano no encuentre una razón, aunque estés cansado, aunque atravieses una noche oscura y no tengas fuerzas para trabajar. Confía y echa las redes al mar.

Contra toda cordura, contra toda costumbre, obedece a tu Señor y déjate llenar de su locura Divina, participando con Él en una maravillosa aventura.

Y si un día te acechara la duda, sé dócil, sacerdote, y deja al Espíritu Santo actuar. Entonces verás que tu corazón desbordado de su amor te dice que eches las redes al mar, confiando en tu Padre, que no te dejará errar el camino, porque te cuida, porque te protege y te da visión sobrenatural, porque Él es Dios y tú eres su hijo.

Y si un día las tinieblas no te dejaran ver, y el ruido del mundo no te permitiera escuchar, acude a la compañía de la Madre de tu Señor, que siempre te va a ayudar, te lleva de su mano, te protege con su manto, te guía con la luz de la verdad hacia puerto seguro, porque ella siempre te lleva a Jesús y Él es el camino seguro.

Confía, sacerdote, en tu Señor, escucha su Palabra y haz lo que te diga. Confía en tu Padre y en que su providencia te dará los medios para ser pescador de hombres. Pero nada de esto sucederá, si tú no tienes el valor de confiar en tu Señor, y echar las redes al mar.