14/09/2024

Mt 21, 33-43. 45-46

PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – FORMARSE PARA RENOVARSE

«La piedra que desecharon los constructores es ahora piedra angular» (Sal 118 (117), 22).

Y tú, sacerdote, ¿crees esto?

La piedra angular es Cristo. Y el Papa es quien lo representa. Él es centro, unión, cabeza de la Santa Iglesia, y tú, sacerdote, eres pilar de construcción.

Sin Cristo, sacerdote, no hay Iglesia.

Tú, sacerdote, representas a Cristo como pilar en la construcción de su Iglesia.

Y tú, sacerdote, ¿crees esto?

Tú has sido llamado para la construcción del Reino de los cielos. Tu Señor confía en ti, y te entrega su tierra para que la trabajes, para que la siembres, para que la riegues, para que la abones, para que dé mucho fruto y Él sea quien la coseche.

Tú eres, sacerdote, un obrero en la mies del Señor. Pero la mies es mucha y los obreros pocos, así es que esfuérzate, sacerdote, por ser un buen pilar de construcción, por mantenerte firme, por ser un buen obrero y trabajar de sol a sol la mies de tu Señor, para que des fruto abundante con tu trabajo perseverante, y tu entrega de vida, poniendo tu fe por obra, porque es así como se construye el Reino de los cielos en la tierra, reuniendo con tu trabajo, con tu esfuerzo, con tu entrega de vida, con tu fe, y con tus obras, al pueblo Santo de Dios en un solo rebaño y con un solo Pastor. Es así, sacerdote, como se construye el Reino de los cielos.

Esfuérzate, sacerdote, por ser mejor cada día. Busca salir de tu pobreza de conocimiento de la verdad, que te lleva a una ignorancia culpable, porque tienes la verdad a tu alcance, a través de la formación espiritual permanente, que, recibiéndola constantemente, lleva a la renovación de tu alma sacerdotal.

No te niegues a ti mismo, sacerdote, la oportunidad de recibir la revelación de la verdad, a través de la Palabra de tu Señor que está en la Escritura, que está a tu alcance, y que te alimenta el espíritu, a través de tu oración.

No desprecies, sacerdote, la Palabra de tu Señor.

No eches en saco roto lo que tu corazón te dice cuando la escuchas.

No deseches la gracia que Él derrama en ti a través de los sacramentos.

No dudes de la presencia viva y real de tu Señor en la Sagrada Eucaristía; antes bien, escucha la Palabra de tu Señor y ponla en práctica.

Es así como se construye el Reino de los cielos.

Participa, sacerdote, del sacrificio de tu Señor, en cada misa, en cada consagración. Une, en conciencia, tu trabajo, tu esfuerzo, tus sacrificios, tus oraciones, y tus obras como ofrenda en el cáliz y en la patena, con el pan y con el vino, para que sean convertidos a través de tus manos, en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo, la piedra que desecharon los constructores y ahora es la piedra angular, con la que tú mismo construyes el Reino de los cielos.

El cielo se abre, sacerdote, para recibir tu ofrenda, cuando tú te acercas al altar con el corazón contrito y humillado, que Dios no desprecia, y en ti el Padre pone toda su atención durante tu Comunión, esperando que le pidas, para concederte todo lo que le pidas en el nombre de su Hijo transubstanciado, y que ya no es pan, y ya no es vino, ya no son tus trabajos, tus sacrificios y tus obras, sino el Cuerpo y la Sangre de Cristo, la piedra angular que en ti Él ha confiado, y que tú no has desechado, sino que la has usado para construir el Reino de los cielos en la tierra.

Reúne, sacerdote, al pueblo de Dios en esa misma ofrenda, porque esos son los frutos que espera de ti tu Señor. Para eso fuiste llamado, para eso fuiste elegido, para eso fuiste enviado, porque en ti, tu Señor ha confiado, y eso espera de ti, que seas plaza fuerte, pilar de hierro, muralla de bronce, y que lo rijas con su cetro de hierro, sin miedo, sabiendo que te harán la guerra, pero no podrán contigo, porque aquí está Él para salvarte.

Obedece, sacerdote, y rígete, por la piedra angular, promoviendo la unidad de la Santa Iglesia, en la que se reúne el pueblo Santo de Dios, para dar mucho fruto a tu Señor, porque esta es su obra, y es un prodigio admirable.

Y tú, sacerdote, ¿crees esto?

¿Eres pilar? ¿Eres constructor?

¿Eres un fiel obrero en la mies de tu Señor, y le das buen fruto?

¿Reconoces la piedra angular, o la desechas?

¿Aceptas las gracias de tu Señor y recibes la formación que te ofrece para la renovación de tu alma?

Acude, sacerdote, al recurso de la oración, como un medio para conocer los planos de construcción y la tierra que te ha sido confiada, para que des buen fruto y enriquezcas la ofrenda de tu Señor.