24/09/2024

Mt 7, 15-20

PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – PARA DAR BUEN FRUTO

«Por sus frutos los conocerán» (Mt 7, 16).

Eso dice Jesús.

Te lo dice a ti, sacerdote, porque te envía para que des fruto y ese fruto permanezca, de modo que todo lo que le pidas al Padre en su nombre te lo conceda.

Y tú, sacerdote, ¿obedeces a tu Señor?

¿A donde quiera que Él te mande vas, y lo que Él te diga lo dices?

¿Escuchas a tu Señor y haces lo que Él te dice?

¿Estás dando fruto, sacerdote?

¿Tu fruto es abundante?

No eres tú quien ha elegido a tu Señor, es tu Señor quien te ha elegido a ti. Por tanto, eres de buena semilla, sacerdote, y todos tus frutos son buenos.

Muéstrale al mundo tus frutos, sacerdote, para que en ti conozcan a Cristo, porque por tus frutos te conocerán, y Cristo vive en ti, y obra en ti, y tus frutos son sus frutos.

Muéstrale al mundo tus obras, para que conozcan tu fe, y los contagies con esa fe viva, que es una llama encendida de celo apostólico, que ha nacido del amor de tu Señor, que has recibido porque le has abierto tu corazón.

Muéstrale al mundo los frutos que has cosechado con tu vocación, con tu entrega, con tu trabajo, y con tu vida ordinaria, transformada en extraordinaria, haciéndola oración.

Frutos de santidad que has alcanzado en el altar, cuando el poder que Dios te ha dado ha transformado el fruto de tu trabajo en alimento de vida y en bebida de salvación.

Frutos que has conseguido con una misa bien celebrada, con la misericordia bien administrada, con una vida totalmente entregada al cumplimiento de tu misión, en el ministerio que te ha sido encomendado, para hacer un apostolado acogido y aceptado con todo tu corazón.

Muéstrale al mundo los frutos que has cosechado y has transformado en ofrenda para tu Señor, y recoge los frutos del trabajo de los hombres, uniéndolos en un mismo y eterno sacrificio agradable a Dios: el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que siendo cordero fue crucificado por lobos, para perdonar todos los pecados del mundo.

Persevera, sacerdote, en el cumplimiento de la voluntad de Dios, que se manifiesta a través de la verdad revelada, en la justa conciencia de una justa obediencia a esa verdad, que mantiene la conciencia en la tranquilidad del alma que permanece en paz, porque ha recibido los frutos y carismas que el Espíritu Santo da a quien obedece y permanece, por amor de Dios, en esa verdad.

Persevera, sacerdote, en esa lucha constante por conseguir frutos abundantes de santidad, para la gloria de Dios, en esta vida y en la eternidad.

No tengas miedo de mostrarte al mundo, sacerdote, porque por tus frutos te conocerán.