PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – VACIARSE DE SÍ
«Misericordia quiero y no sacrificios» (Mt 9, 13)
Eso dice Jesús.
Y tú, sacerdote, ¿entiendes lo que quiere decir esto?
Tú, sacerdote, ¿ofreces sacrificios a tu Señor, vacíos de misericordia, o unes tus obras misericordiosas a tu Señor, en el único y eterno sacrificio agradable a Dios?
Tus sacrificios, sacerdote, no agradan a Dios. Un holocausto no lo aceptaría. Uno solo es el sacrificio redentor: la pasión y la muerte del Hijo de Dios en la cruz, su nombre es Jesús, y significa Misericordia.
Sacerdote, si quieres agradar a tu Señor, participa de su único sacrificio, haciendo las obras que hizo Él y aun mayores, porque Él ha subido al Padre, y todo lo que ha oído de Él te lo ha dado a conocer.
Él te dice: “yo te ayudo”, y tu Señor siempre cumple su Palabra, porque Él es la Palabra y no puede contradecirse a sí mismo.
Pídele, sacerdote, pídele.
Pídele a tu Dios, como un hijo le pide a un padre. Porque Él es tu Padre, y está escrito que todo lo que pidas en el nombre de su Hijo Él te lo concederá.
Dale, sacerdote, a tu Señor lo que te pide.
Tu Señor te pide misericordia.
Pero pídele primero que derrame su misericordia sobre ti, y abre tu corazón a recibir, y extiende tus brazos, y eleva tus manos al cielo, y permite que su gracia te renueve, que su amor te fortalezca, y que su misericordia te llene, porque nadie, sacerdote, puede dar lo que no tiene.
Actúa, sacerdote, en congruencia con lo que predicas.
Vive, sacerdote, de acuerdo a la vocación a la que has sido llamado, y la que has aceptado para glorificar a tu Señor.
Pero no te gloríes si no es en la cruz de Cristo, porque tus sacrificios, sin Él, no sirven para nada.
Ama a Dios por sobre todas las cosas, y obedécelo amando a los demás, como Cristo los amó, haciendo todo lo que hizo Él, llevando al mundo su misericordia, para que, a través de esa misericordia, los sacrificios de los hombres puedan ser agradables al Padre, uniéndolos en la cruz redentora, para que alcancen por Cristo, con Él y en Él, la salvación y la vida eterna.
Tú tienes, sacerdote, la misericordia entre tus manos, cuando bendices el vino y el pan, y los transformas en el Cuerpo y la Sangre de Cristo; y la derramas cuando alimentas al pueblo.
Esa, sacerdote, es la verdad.
Tú tienes, sacerdote, la misericordia en tu boca, cuando proclamas el Evangelio; y la derramas cuando lo enseñas al pueblo.
Tú tienes, sacerdote, la misericordia en tu poder, cuando escuchas los pecados de los hombres; y la derramas cuando perdonas, cuando absuelves y renuevas las almas.
Tú tienes, sacerdote, la misericordia en cada sacramento, cuando bendices la unión entre un hombre y una mujer en matrimonio, cuando unges a los enfermos, y cuando bautizas, no con agua, sino con el Espíritu Santo; y la derramas uniendo a las almas a Dios, en filiación divina.
Tú tienes, sacerdote, la misericordia en ti. Estás configurado con ella, y tú te entregas cuando la entregas: cuando das de comer al hambriento, cuando das de beber al sediento, cuando vistes al desnudo, cuando visitas al enfermo, cuando acoges al peregrino y visitas al preso, cuando bendices y das santa sepultura a los muertos, cuando enseñas al que no sabe, cuando das consejo al que lo necesita, cuando corriges al que se equivoca, cuando perdonas, cuando consuelas, cuando sufres con paciencia los errores de los demás, cuando rezas por los vivos y los muertos.
Y tú recibes misericordia, sacerdote, cuando abres tu corazón y te dejas amar por tu Señor, y tienes la disposición de recibir todo aquello que tú sabes entregar.
Pero, para eso, sacerdote, se necesita humildad.
Tu Señor te pide ayuno, sacerdote. Ayuno de tu soberbia, ayuno de tu egoísmo, ayuno de tu miseria.
Ayuno es vaciarte de ti, para llenarte de misericordia, para que permanezcas unido a Él, como Él permanece en ti.
Acércate al Sagrario, sacerdote, y ábrele a tu Señor tu corazón miserable, y pídele que te llene de Él.
Acude, sacerdote a la oración, al encuentro con el Señor, que es misericordia.
«Misericordia quiero, y no sacrificios».
¿Entiendes lo que quiere decir esto, sacerdote?