PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – CONSTRUIR CON AMOR
«Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos».
Eso dice Jesús.
Te lo dice a ti, sacerdote, y te envía a cumplir una misión particular para servir a la Iglesia, con los dones y carismas que has recibido dentro del ministerio que Él mismo te ha encomendado, y que tú, por tu propia voluntad, y en total libertad, has aceptado.
Hay muchos carismas, sacerdote, pero un mismo espíritu.
Hay muchos ministerios, pero un mismo Señor.
Hay muchas obras, pero un mismo Dios, que obra todo en todos, y que a cada uno le otorga la manifestación del espíritu para provecho común.
Tu Señor te envía con una misión particular según su voluntad. Pero no te envía solo, para que estés dividido de los demás. Te envía para que, con tus dones y carismas, participes de un solo cuerpo, promoviendo la unidad, esforzándote por conseguir un bien mayor para todos, entregando tu vida para salvar la vida de tu comunidad, apacentando las ovejas de tu rebaño, para reunirlas en un solo rebaño y con un solo pastor, un solo cuerpo, y un mismo espíritu, en el cual todos los miembros se ayudan, pero también todos los miembros se afectan, y del cual Cristo es cabeza.
Tú has sido llamado para ser Apóstol de tu Señor, y has sido llamado primero, para hacerte último y, con los dones recibidos, sirvas al pueblo de Dios. Y, cuanto más amor pongas en hacer las cosas más pequeñas, lograrás hacer grandes obras que darán mucha gloria a Dios.
Pero, si no puedes poner todo tu corazón en las pequeñas tareas de cada día, ¿de qué sirve tu esfuerzo? ¿Para qué sirve tu ambición?
¿Cómo serán los frutos de tu trabajo?
¿De qué te sirve ganar el mundo entero, si no te salvas a ti mismo?
Aunque tengas muchos dones, y tu fe sea fuerte, aunque hagas grandes obras y te siga mucha gente, si no tienes caridad, sacerdote, nada tienes, nada te aprovecha, nada retienes, nada recoges, todo desparramas.
Tu Señor te ha enviado a anunciar que el Reino de los Cielos está cerca, que está aquí, dentro de ti. Tú lo construyes llevando tu cruz de cada día con alegría, haciendo las obras de tu Señor.
Pero debes saber que el Reino de los Cielos se construye con amor.
Tú has sido llamado, tú has sido elegido, tú has sido enviado como apóstol, discípulo, pastor, maestro, guía, sacerdote, siervo. Pero has sido llamado amigo por tu Señor, porque todo lo que Él ha oído a su Padre te lo ha dado a conocer, para que construyas sus obras configurado con Él.
Tu Señor te ha enviado a buscar a las ovejas perdidas de la casa de Israel, y te ha dado las virtudes de la fe, la esperanza y el amor. Pero, de estas tres, la más grande es el amor. Porque el amor es Él. Y no te envía solo, Él está contigo todos los días de tu vida y te dice: yo te ayudo. Y al que tiene amor nada le falta, porque solo Dios basta.