14/09/2024

Mt 11, 2-11

PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – EL MISMO CRISTO EN CADA SACERDOTE

«Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen» (Jn 1, 26)

Eso dijo Juan el Bautista refiriéndose a Jesús.

Y tú, sacerdote, ¿sí lo conoces?

Juan preguntó si era Él quien ha de venir o había que esperar a otro.

Imagina la respuesta de tu Señor:

El que quiera venir a mí, que me ame.

El que quiera amarme, que me conozca.

El que quiera conocerme, que escuche mi Palabra y que la ponga en práctica.

Es así como entenderán que “Yo soy”.

“Yo soy” es Cristo, y eres tú, sacerdote.

“Yo soy” es el Camino, es la Verdad, y es la Vida.

“Yo soy” es la Palabra, el Verbo hecho carne, nacido de una mujer, para hacerse igual a los hombres, para salvar a los hombres.

“Yo soy” es la Palabra que se expresa en las obras de misericordia de Dios, que amó tanto al mundo que le dio a su único Hijo para que el que crea en Él tenga vida eterna.

“Yo soy” es Dios todopoderoso que tiene el poder para dar la vida o para quitarla.

“Yo soy” es el Dios que camina en medio del mundo, buscando a cada alma para que lo conozcan, para que lo amen, para que crean en Él, para salvarlos.

“Yo soy” es ese hombre y Dios que entrega su vida por su propia voluntad. Nadie se la quita, Él la da, porque nadie tiene un amor tan grande que el que da su vida por sus amigos.

“Yo soy” es el que salva, el redentor, el que libera, el dador de vida, por quien todo fue hecho.

“Yo soy” es el que ama hasta el extremo, quedándose en manos de los hombres para hacerse suyo, para hacerlos suyos.

“Yo soy” es el que es, el que era, el que vendrá, el que vino al mundo a conquistar el mundo con el amor derramado en la cruz, para hacer llegar ese amor a cada uno de los hombres en misericordia.

“Yo soy” es el que murió en la cruz, haciéndose pecado para destruir la muerte ocasionada por el pecado.

“Yo soy” es el que descendió a los infiernos para anunciar su victoria.

“Yo soy” es el que resucitó de entre los muertos, para con su vida destruir la muerte y dar vida a todo el que crea en su Palabra y entienda lo que quiere decir “yo soy”.

“Yo soy” es Jesús, sumo y eterno sacerdote, que se queda en el mundo en cada uno de los siervos que Él mismo eligió, para que cuando ellos digan “yo soy”, Él sea en cada uno que cumpla su Palabra. Y no los llama siervos, los llama amigos. Cuando cada uno de ellos dice sí, entonces dice “yo soy”.

“Yo soy” es el mismo Cristo en cada sacerdote.

“Yo soy” es el Buen Pastor que conduce a sus ovejas, que las reúne porque ha visto que están dispersas, como ovejas sin pastor, y es el mismo Cristo quien se hace presente para ser el Buen Pastor en ti, sacerdote.

“Yo soy” es la alegría y la esperanza de los que tienen fe y buscan, y se acercan, y creen en ti, sacerdote. Porque en ti ellos ven a Cristo, que dice: “yo soy, y he venido al mundo a buscarte hasta encontrarte, para unirte a mí, porque te amo”.

Y tú, sacerdote, ¿compartes la alegría de tu Señor, la buena nueva que transmite el Evangelio, predicando su Palabra, llevando esperanza, luz y paz?

¿Eres consciente de que tu Señor comparte su alegría contigo, haciéndote Cristo con Él, bienaventurado, cabeza de su rebaño?

¿Reconoces que, para reunir a todos, el Señor te ha dado su mayor alegría, su Madre, como madre de todos y de cada uno?

 “Yo soy” es el que está a la puerta y llama, y está esperando que le abran el corazón de cada uno a los que viene a buscar, porque son suyos, le pertenecen. Y los reúne en un solo cuerpo y un mismo espíritu, para hacerlos uno a través de ti, sacerdote, esperando el día en que sea enviado de nuevo para unir a su rebaño en un solo rebaño con un solo pastor, y entonces diga: yo he vencido al mundo, somos uno. Como el Padre y yo somos uno, ellos y yo somos uno, para ser unidos por el Espíritu Santo al Padre, una Santa Trinidad en la que yo soy.