14/09/2024

Mt 13, 18-23

PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – DEFENDER LA VERDAD

«Lo sembrado en tierra buena representa a quienes oyen la palabra, la entienden, y dan fruto. Unos el ciento por uno, otros el sesenta y otros el treinta».

Eso dice Jesús.

Y se refiere a ti, sacerdote, y a los que, como a ti, se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los cielos, para que entiendan y den fruto, y ese fruto permanezca.

Y tú, sacerdote, ¿escuchas la Palabra de tu Señor?

¿La entiendes?

¿Estás dando fruto?

¿La vives?

¿Das el treinta o el sesenta?, ¿o eres de los que dan el ciento por uno?

Tú eres tierra buena, sacerdote. Tu Señor ha sembrado su semilla en ti, y la ha alimentado para que crezca; y la ha cuidado, y le ha dado su gracia, para que se fortalezca, para que dé fruto abundante, y la semilla se multiplique y se extienda.

Tu Señor te ha dado su Palabra, y la gracia para que la entiendas, sacerdote. Y te envía a predicar y a explicar su verdad a todo aquel que no ha sido ungido ni elevado al orden del sacerdocio ministerial.

Tú eres sacerdote para siempre.

Tú eres sacerdote para la eternidad.

Tú eres la Palabra encarnada, que se revela al mundo a través de la verdad.

Tú eres Cristo vivo, por quien Dios se manifiesta ante los hombres, para traer al mundo la salvación por su misericordia, a través de la conversión.

Tú eres pastor de almas, responsable de formarlas, de guiarlas, y de llevarlas al encuentro del Señor, haciéndolas ofrenda contigo en el único y eterno sacrificio de Cristo, para que todos sean uno con Él, como el Padre y Él son uno.

Tu Señor te envía, sacerdote, a abrir los ojos y los oídos de su pueblo, para que vean su rostro en ti, y escuchen su Palabra a través de ti, y la entiendan, para que sea buena la tierra y sea buena la siembra, porque el diablo ronda por la siembra como león rugiente, buscando a quién devorar.

Persevera, sacerdote, y defiende la verdad. No permitas que sea robada tu fidelidad a la divina voluntad de la Palabra que escuchas, que entiendes, que predicas, que vives, que meditas, que enseñas, y que explicas, para que otros conozcan la verdad, y la entiendan, y la defiendan, y la vivan, y te sigan en el camino hacia la santidad.

Tu Señor te da la gracia, sacerdote, de llevar su Palabra y su misericordia hasta los confines del mundo. Pero te da la libertad de hacer la voluntad de Dios o la voluntad de los hombres. Te da el poder de discernir, y decidir hacer el bien en favor de todos los hombres.

Recurre, sacerdote, al poder de la oración, para pedir el don del entendimiento que ilumina la razón. Y escucha la Palabra de tu Señor, y medítala en tu corazón, que es tierra buena, en donde ha sembrado su semilla tu Señor, para que des como fruto la humildad, que es la verdad, y es el ciento por uno.