15/09/2024

Lc 16, 1-8

PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – BUENOS ADMINISTRADORES

«Los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz».

Eso dice Jesús.

Eso es una parábola, que te enseña, sacerdote, a discernir si tú eres del mundo o eres hijo de la luz.

Tu Señor te ha llamado, te ha elegido y te ha hecho administrador de sus bienes.

Y tú, sacerdote, ¿en qué te has convertido?

¿En un buen administrador y un amigo fiel, o en el asalariado que ha malgastado los bienes que le han sido confiados?

Analiza tu conciencia, sacerdote, y piensa qué harías hoy si tu Señor te llamara a rendirle cuentas, cuál sería tu proceder, si de pronto tu Señor te quitara todo lo que te ha dado.

¿Sabrías qué más hacer?

¿Cómo sería tu vida, sacerdote?

¿Qué le dirías a tu Señor si lo tuvieras enfrente?

¿Le pedirías perdón, haciendo una penitencia consciente, o aprovecharías la ocasión para vivir en el mundo en medio de la gente, usando los talentos que Dios te ha dado para convencer y usar en tu propio beneficio a los rebaños que se han alejado?

Tu Señor a los que ama los corrige.

Y tú, sacerdote ¿cómo aprovechas tus errores?

¿Te dejas amar?

¿Te dejas corregir?

¿Aprendes de ellos para perfeccionar tu virtud, o usas tu habilidad para justificar tus errores y te sirves de ellos para conseguir los bienes ajenos?

Tu Señor te ha dado mucho, sacerdote. Pues, ¡créelo!: de todo eso te pedirá cuentas. No quieras justificar tus faltas diciendo: “soy un muchacho”. No te escondas bajo el engaño de tu ignorancia, porque desde antes de haberte formado en el vientre tu Señor ya te conocía, y antes de que nacieras te tenía consagrado. Profeta de las naciones te constituyó, y te llamó, y te eligió, para que a donde Él te enviara tú fueras, y lo que te mandara dijeras.

Tu Señor te ha dado mucho, sacerdote. Te ha dado autoridad sobre las gentes y sobre los reinos para extirpar y destruir, para perder y derrocar, para reconstruir y plantar.

Y tú, sacerdote, ¿cómo usas ese poder?

¿Cómo aprovechas tu autoridad?

¿Haces el bien, o haces el mal?

¿A quién aprovechan tus bienes?

¿Haces lo que debes, o sólo lo que te conviene?

¿Utilizas tu habilidad para acumular tesoros en la tierra, en donde hay polilla que se los come y ladrones que se los roban, o acumulas tesoros en el cielo?

¿En dónde está tu corazón, sacerdote?

Agradece la confianza que ha puesto en ti tu Señor, sacerdote. Y aprovecha los dones que Él te ha dado, no para que alabe tu habilidad al actuar en el mundo, sino para multiplicar sus bienes, en beneficio de los demás, y demostrar que tú haces lo que a tu Señor conviene, porque tú no eres de este mundo.

Tú eres hijo de la luz, y has recibido la habilidad de actuar en el Nombre de Jesús, porque para eso Él te ha hecho luz para el mundo.

Corrige el camino, sacerdote. Arrepiéntete y pide perdón, y suplica a tu Señor que mantenga en ti la gracia de ser un buen administrador, para afectar positivamente todos los ambientes, obrando con fidelidad, y abandonado en la divina voluntad, no para ser alabado, sino para alabar a tu Señor; no para estar bien pagado, sino para darle a tu Señor lo que es suyo y le corresponde, lo que te ha confiado, y que espera que le devuelvas multiplicado, porque para eso te ha creado, te ha llamado, te ha elegido y te ha enviado.