PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – ENVIADOS Y ACOMPAÑADOS DE MARÍA
«Así como el Padre me ha enviado, así los envío yo» (Jn 20, 21).
Eso dice Jesús.
Y Jesús es la Palabra de Dios, que fue enviado al mundo para que todo el que crea en Él tenga vida eterna.
Tú eres, sacerdote, el enviado de Dios, el que abre el camino, el que prepara la tierra, el que labra, el que alimenta y el que riega.
Tú eres el enviado a transmitir la Buena Nueva con la Palabra, que es Cristo y que Él mismo representa.
Tú eres el enviado a recoger los frutos de la semilla que el mismo Cristo ha sembrado, para entregarlos como ofrenda al Padre, quien, a través de la Palabra, te ha enviado, para reunir lo que con su muerte ha recuperado.
Pero no te envía solo. Tu Señor los envía de dos en dos.
El mismo Cristo fue acompañado por la criatura a quien envió para concebirlo, para protegerlo, para cuidarlo, para darle vida, para acompañarlo, para sostenerlo, y ayudarlo a cumplir la misión para la que Él había sido enviado.
Tú, sacerdote, has sido enviado como luz, desde la cruz, acompañado de la criatura que te concibió en su corazón, cuando le fuiste entregado para cuidarte, para que la llevaras a vivir contigo a tu casa, para protegerte, para acompañarte, para sostenerte y ayudarte, para que Él lleve vida al mundo, porque esa es la misión para la que fue enviado.
Tú eres, sacerdote, el que acepta la compañía de la Madre de Dios, el que acepta la compañía de esa criatura, la compañía de María, para dejarse cuidar y proteger, acompañar, sostener, ayudar, con la humildad de saberse portador del tesoro más grande de Dios, que es el Camino, la Verdad y la Vida, y que llevas en vasija de barro.
Y tú, sacerdote, ¿te dejas acompañar, o caminas solo?
¿Aceptas que eres un enviado de Dios, y que a través de ti Él se manifiesta al mundo derramando su misericordia?, ¿o permaneces dormido, pretendiendo que Dios no te ha elegido, porque te consideras indigno, y permaneces sometido a la iniquidad de tu indiferencia?
Te has mirado al espejo, has remado mar adentro, y te has preguntado ¿qué va a ser de este niño?
Date cuenta, sacerdote, que la mano de Dios está contigo. El que te ha enviado te ha conocido desde antes de nacer, te ha enviado como profeta de las naciones, y te ha dado a su Madre para que te acompañe, y volverte a Él cuando desvíes el camino. Persevera en la humildad, y no camines solo, sacerdote. El que camina solo es derrotado por su soberbia, porque hasta el mismo Dios, que envió a su Hijo al mundo, lo envió acompañado.