15/09/2024

Lc 11, 14-23

PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – CUIDAR LA UNIDAD

«El que no está conmigo está contra mí»

Eso dice Jesús.

Y tú, sacerdote, ¿qué dices?

Él está contigo todos los días de tu vida.

Y tú, sacerdote, ¿estás con Él?

¿Permaneces unido a tu Señor en la fidelidad?, ¿o has sido separado de Él por el pecado?

¿Pides la gracia para resistir a la tentación?, ¿o caes debilitado por querer hacer todo con tus propias fuerzas?

Reconoces, sacerdote, tu impotencia, tu necesidad y tu miseria. Porque en tu debilidad está tu fortaleza, para expulsar demonios con el poder de Dios.

Tu fortaleza, sacerdote, es tu Señor.

Permanece con Él, para que sean uno, como el Padre y Él son uno.

El que no está con su Señor, divide.

El que no está con la Verdad, miente.

El que no camina en Cristo, se pierde.

El que no vive en la Verdad, no cree y se muere.

Y tú, sacerdote, ¿con quién estás? ¿Acaso estás solo? ¿Qué provoca tu soledad?

Tu Señor dice que el que no está con Él está contra Él.

Si tú estás solo, sacerdote, entonces no estás con Él.

No permitas, sacerdote, que tu soledad te traicione.

Acércate al Sagrario y adora a tu Señor, que siempre te está esperando, que quiere estar contigo, y que tú estés con Él.

Es Jesús Sacramentado, es tu amo y tu Señor. Pero te ha llamado “amigo” porque le gusta estar contigo.

Búscalo y encuéntralo en la oración, y pídele que permanezca contigo, y ámalo con todo tu corazón, con toda tu mente, con toda tu alma, con todas tus fuerzas.

Y demuéstrale con tus obras que tú estás con Él, porque has escuchado su llamado, y has decidido dejarlo todo para tomar tu cruz y seguirlo.

Porque tú estabas encadenado al mundo, y tu Señor te ha liberado, te ha perdonado, te ha salvado, te ha hecho partícipe de su muerte y de su resurrección, y ha ganado para ti la vida eterna, para que con Él compartas su Paraíso.

Recoge, sacerdote, con Él, porque el que no recoge desparrama.

No desprecies las gracias que te da Él. Antes bien, úsalas bien para que den mucho fruto, y ese fruto permanezca.

Permanece tú, sacerdote, unido a Él, venciendo al mundo con su poder, resistiendo a la tentación, para no caer en el pecado, que te lleva a la división de ti mismo, sacerdote.

Busca la unidad de vida en Cristo, un solo cuerpo y un mismo espíritu, viviendo lo que profesas, poniendo por obra tu fe, fomentando la esperanza, y practicando la caridad, para que tus obras den como fruto la unidad, porque por tus frutos te reconocerán.

Que cuando te vean, vean a Cristo.

Que cuando te escuchen, escuchen a Cristo.

Que cuando hables, hables de Cristo.

Que tu alegría de servirlo sea para otros motivo para que busquen a Cristo, para que encuentren a Cristo, para que amen a Cristo, para que permanezcan en Cristo.

Y tú, sacerdote, ¿vives por Cristo? ¿Estás con Cristo? ¿Permaneces en Cristo?

¿Recoges con Él o desparramas?

Pide, sacerdote, fortaleza a tu Señor para que hagas tus obras. Pero, para permanecer unido a Él, lo que necesitas, sacerdote, es amor.