16/09/2024

Jn 1, 29-34

PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – EL NOMBRE DE JESÚS

«Y por eso Dios lo exaltó y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre; para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese: “¡Jesucristo es el Señor!, para gloria de Dios Padre”» (Flp 2, 9-11).

Eso dicen las Escrituras.

Y tú, sacerdote, eres quien da testimonio de Jesús.

El testimonio de Jesús es que Él es el Hijo de Dios, que Dios nos ha dado vida eterna, y que esa vida está en su Hijo.

Ese es el testimonio de Jesús, y ese es el testimonio del sacerdote, que, con su vida, con su ejemplo, con sus obras y con su palabra, da testimonio de que Jesús es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Que ha venido enviado por su Padre, para que este testimonio se cumpla en todos los rincones del mundo, para que al nombre sobre todo nombre que Dios ha otorgado a su Hijo, a quien ha exaltado, toda rodilla se doble.

Su nombre es Jesús.

Jesús es testimonio del amor y de la misericordia de Dios.

Jesús es el nombre del amor.

Jesús es la melodía que cantan los ángeles para alabar y bendecir a Dios.

Jesús es la alegría de los hombres al profesar su Santo Nombre.

Porque Jesús significa salvación, redención, perdón, vida, verdad, camino, libertad, cielo, paraíso, gloria, eternidad, promesa cumplida, gozo, plenitud, felicidad.

Jesús es Dios con nosotros, signo de alianza, de unión, de filiación divina, en quien toda palabra de los profetas se cumple.

Jesús es esperanza.

Jesús es la corona que se alcanza, la tierra prometida, la ciudad de Dios, el pueblo santo, el alimento que sacia, la bebida por la que nadie ya jamás tendrá sed.

Jesús es la palabra que era junto a Dios desde el principio, desde antes de que el mundo existiera.

Jesús es el principio y el fin, el alfa y la omega. Es el que es, el que era y el que vendrá. Es el que está a la puerta y llama, para que lo escuchen y lo dejen entrar.

Jesús es el Buen Pastor que reúne a su rebaño en un solo pueblo santo con un solo Pastor.

Jesús es quien dice “también tengo ovejas que no son de este redil”, y envía a sus pastores a traerlas, porque Él no ha venido a buscar a justos, sino a pecadores, para reunir a todos los hombres en un solo cuerpo, por un mismo espíritu, para la gloria de Dios.

Jesús es el nombre del Hijo de Dios, para que, a su nombre, toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los abismos, porque Él es el Cristo, el Mesías, el que ha nacido de vientre puro e inmaculado de mujer, el que ha padecido en manos de los hombres, el que ha muerto y ha resucitado, y ha subido al cielo, para sentarse a la derecha de su Padre, para ser coronado con la gloria que tenía con su Padre antes de que el mundo existiera, para ser declarado Cristo Rey de los Ejércitos, Rey del Universo, Rey de reyes y Señor de señores, para venir de nuevo a recuperar lo que con su muerte ha ganado: cada alma que cree en Él, para llevarlos a gozar de la gloria de su cielo.

Eres tú, sacerdote, el que da testimonio de Él.

Eres tú, sacerdote, testimonio vivo del significado del Nombre Santo de Jesús.

Eres tú, sacerdote.

Tu nombre, también es Jesús.

 

PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – TESTIMONIO DE LA VERDAD

«Yo doy testimonio de que este es el Hijo de Dios».

Eso dice Juan, el Bautista.

Y también dice que él no lo conocía, pero que el que lo envió a bautizar con agua se lo ha revelado, y que viene detrás de él a bautizar, no con agua, sino con el Espíritu Santo.

Y él ha dado testimonio de todo esto, para que, el que tenga oídos oiga, y el que tenga fe crea.

Dichosos los que creen sin haber visto.

Dichosos los que no lo conocían, pero que les ha sido revelado, y tienen ojos y ven, y tienen oídos y escuchan, y tienen voz y proclaman la Palabra del Señor, que les ha sido manifestada a través del Verbo que se ha hecho carne y habita entre los hombres.

Dichosos los que tienen fe, los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen, porque ellos verán a Dios, porque serán salvados, y recibirán por heredad lo que el Hijo de Dios ha venido a ganar para ellos: su heredad.

Juan Bautista ha dicho bien, porque a pesar de tener un encuentro con el Hijo de Dios desde el seno de su madre, a pesar de ser su primo, de ser familia, de ser cercano, a pesar de tener ojos y verlo, él no lo conocía, porque el Hijo de Dios no se había revelado sino hasta que llegara su hora, y su hora había llegado.

Y es el Espíritu Santo quien lo ha manifestado, para que todos los hombres crean, para que la salvación de Dios llegue a través de su luz a todos los rincones del mundo.

Sacerdote: tú tampoco lo conocías, pero te han bautizado, y el Espíritu Santo te lo ha manifestado.

Él te ha llamado, y tú no eres digno de desatarle la correa de sus sandalias. Pero Él, en su bondad, te ha elegido, no para ser como Juan, que bautizaba con agua, sino para ser Cristo, y bautizar a todos los hombres del mundo con el Espíritu Santo, como Él.

El Hijo de Dios se revela a través de ti, sacerdote, para que pidas perdón por todos aquellos que no saben lo que hacen, para que les lleves de beber, porque tienen sed, para que les des de comer el alimento de vida, el pan bajado del cielo, que sacia su hambre, y el que come de este alimento, y bebe de esta bebida, nunca más tenga hambre, y nunca más tenga sed, para que lleves la Palabra de Dios y abras sus oídos, para que lo escuchen y lo conozcan, para que a través de ti aquel que te ha llamado les diga: “Este es mi Hijo amado, en quien pongo mis complacencias, escúchenlo”.

Pero si tú sacerdote, cierras tus oídos, y cierras tus ojos, si no quieres ver y no quieres oír, ¿cómo verás al Hijo de Dios manifestado en ti? Y si cierras tu boca, ¿cómo darás testimonio de lo que has visto y de lo que has oído?

Porque tú sacerdote sí sabes lo que haces, y no te envía solo. Mira: ahí tienes a tu Madre.

Agradece, sacerdote, que tus ojos han sido abiertos, que tienes oídos y que tienes voz.

Pide, sacerdote, la ayuda de tu Madre, para que des un buen testimonio del Hijo de Dios, que es a ti a quien ha llamado.

Es por ti que se ha manifestado.

Son tus manos las que hacen sus obras.

Es tu voz quien predica su Palabra.

Y es por ti que los que no lo conocen lo conocerán.

Y es por ti que los que no creen en Él creerán.

Y es por ti que los que no saben lo que hacen lo sabrán.

Porque tú, igual que Juan, no conocías la verdad.

Pero a ti, al igual que Juan, la verdad se te ha revelado.

Y es a ti, al igual que Juan, que Dios te pide dar testimonio de esa verdad, que es la única verdad, porque el Hijo de Dios está vivo, vive en ti y a través de ti. Esa es la verdad.

El Espíritu Santo que está con Él está contigo, en una sola y Santísima Trinidad, en la cual participas, porque tú eres la Segunda Persona de la Trinidad.

Sacerdote: tú eres Cristo, el Hijo de Dios vivo, el Verbo hecho carne, que habita entre los hombres, para manifestar la verdad, para revelar el amor de Dios a los hombres que tanto amó al mundo que envió a su único Hijo para salvarlos.

Y es a través de ti, sacerdote, que Cristo, que está sentado a la derecha de su Padre, se revela como la única verdad, para llevar a través de tu boca y su Palabra la luz, para la salvación a todos los rincones del mundo, no con agua, sino con el Espíritu Santo.

Sacerdote: tú eres la revelación de Cristo vivo, y esa es la verdad que tú debes, con tu ejemplo y tu vida, revelar al mundo entero, para que todos los hombres se salven.