PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – PALABRAS DE VIDA
«Las palabras que les he dicho son espíritu y vida, y a pesar de esto, algunos de ustedes no creen».
Eso dijo Jesús.
Y se lo dijo a sus discípulos, se lo dijo a sus amigos, se lo dijo a los que creían que ya lo conocían.
Y te lo dice a ti, sacerdote, para que abras tu corazón y busques en tu conciencia, si tú, que has escuchado las palabras de tu Señor, hay algo en lo que aún no crees.
Te lo dice a ti, sacerdote, para que abras tus ojos cuando predicas su Palabra, y te des cuenta si los que te escuchan creen.
Tu misión, sacerdote, es llevar a los hombres la vida que tu Señor ha ganado para el mundo, pero está escrito que solo los que creen vivirán.
Tu Señor tiene palabras de vida eterna. Si no van a Él, ¿a quién irán?
Tu Señor ha puesto en tus manos y en tu boca la responsabilidad de llevar la salvación a todas las almas, a través de los sacramentos y de la Palabra.
Y tú, sacerdote, ¿estás cumpliendo bien con tu misión?
¿Estás sirviendo bien a tu Señor?
¿Predicas palabras de vida eterna, o hablas palabrerías que salen de tu boca, pero que no provienen del corazón de tu Señor?
¿Crees en el Evangelio, y en que se cumplirá hasta la última letra?
¿Sigues a tu Señor, y obedeces en todo lo que te dice, o lo abandonas porque su Palabra no te acomoda?
¿Escuchas su Palabra, y la practicas, o solo la predicas?
Tu Señor te ha llamado, y te ha elegido para actuar contigo, por ti, y a través de ti, y tú has dicho sí, y le has ofrecido ser un instrumento dócil y fiel, para transmitir su amor y su misericordia a las almas, a través de la Palabra.
De tu boca salieron palabras de amor, y promesas desde tu corazón, entregando tu voluntad a la voluntad de tu Señor, porque sentías arder su fuego en tu interior.
Rema mar adentro, sacerdote, con humildad y con honestidad, y descubre si ese fuego arde y tu celo apostólico está encendido con fuego vivo el día de hoy.
¿Crees en las palabras de vida eterna, y permites que en ti viva tu Señor?
¿Permaneces en el amor?
¿Has perseverado en la fidelidad a la amistad de tu Señor, o lo has traicionado, y lo has abandonado, porque te has resignado a vivir en la tibieza de un corazón de piedra, que te conduce a la muerte?
Considera, sacerdote, que las palabras de tu Señor son verdaderas, y Él ha dicho: «el que no está conmigo, está contra mí», «el que no recoge conmigo, desparrama», «el que me niegue delante de los hombres, también yo lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos», «entonces dirá a los que estén a la izquierda: apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles, porque tuve hambre y no me dieron de comer, tuve sed y no me dieron de beber».
Tu Señor te está llamando, sacerdote, para que vuelvas al amor primero, para que escuches su Palabra, y encienda tu corazón como en el primer día, para llenarte de Él y de su alegría.
Las palabras de tu Señor son espíritu y son vida. Pídele al Padre, sacerdote, que aumente tu fe, para que seas de los que creen y no de los que lo traicionan, para que seas de los que lo siguen y no de los que lo abandonan, para que seas de los que viven y llevan al mundo la vida, y no de los que dan lástima, porque van pregonando su propia muerte con su vida, mientras llevan a otros la vida, porque el poder de Dios llega más allá, sacerdote, que tu propia muerte.
Pero Él te dice: «¿de qué te sirve ganar al mundo entero, si tú pierdes tu vida?»
Tú tienes en tus manos tu propia salvación, sacerdote. Tú tienes palabras de vida eterna. Vive tú primero, para que le des vida al mundo entero.