16/09/2024

Jn 14, 21-26

PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – LAS ENSEÑANZAS DEL ESPÍRITU SANTO

«El Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas, y les recordará todo cuanto yo les he dicho».

Eso dice Jesús.

Y Jesús siempre cumple sus promesas.

Y tú, sacerdote, ¿dejas actuar en ti al Espíritu Santo, para que te enseñe y te recuerde todas las cosas?

¿Lo invocas?

¿Lo reconoces como verdadero Dios, Tercera Persona de la Santísima Trinidad, Dios verdadero, uno y trino?

¿Le pides que ilumine tu mente, tu alma y tu corazón para que ames a Dios por sobre todas las cosas?

El Espíritu Santo es quien revela en ti la verdad, sacerdote, para que la lleves al mundo. Tú eres su instrumento. Déjate usar.

El Espíritu Santo es quien infunde la vida, a través del poder que ha puesto en tus manos. Déjalo actuar.

El Espíritu Santo es quien perdona los pecados del mundo al derramarse en gracias, a través del poder que Cristo te ha dado, sacerdote.

El Espíritu Santo es quien te da el don y la gracia para ser configurado con Cristo.

El Espíritu Santo es enviado por el Padre para revelar al Hijo al mundo. Y es Él quien te enseña y te recuerda todas las cosas.

El Espíritu Santo es el amor del Padre y del Hijo. ¡Recíbelo!

El Espíritu Santo es quien actúa a través de ti para expulsar demonios.

El Espíritu Santo es la unión entre tú y tu Señor.

Tu Señor te ha dicho que el que no esté con Él, está contra Él, y el que no recoge con Él, desparrama. Por eso, también te dice que todo pecado y blasfemia será perdonada, pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada. Y el que diga una palabra contra el Espíritu Santo, ya está condenado.

El Espíritu Santo es el espíritu de amor, por el que Dios se dona al mundo, a través de la misericordia derramada por Cristo en la cruz. Por tanto, el que recibe al Espíritu Santo, recibe al Padre y recibe a Jesús.

El Espíritu Santo es por quien el Hijo está en el Padre y el Padre está en el Hijo, y es a través de Él que tú estás en el Hijo, sacerdote, para ser uno, como el Hijo y el Padre son uno.

El Espíritu Santo es quien te enseña los mandamientos, y te da la gracia para aceptarlos y cumplirlos, porque te da el amor.

El que tiene amor, ama. Y el que ama al Hijo cumple la Palabra de Dios, y a ese, el Padre lo ama y viene a él, con el Hijo y con el Espíritu Santo, para hacer su morada en él.

Y tú, sacerdote, ¿cumples la Palabra de Dios?

¿Amas verdaderamente a tu Señor?

¿Abres tu corazón para recibir el amor de tu Señor, y te dejas amar por Él?

Entrega tu voluntad a tu Señor, y abandónate en Él, para que dejes actuar al Espíritu de amor, y llene y desborde de Él tu corazón, para que arda en fuego de celo apostólico, para cumplir con tu misión de llevar a todas las almas al cielo, y que encienda en ti el deseo de hacerte último, para ser primero.

Pídele, sacerdote, al Espíritu Santo, que te lleve a un verdadero encuentro con tu Señor.

Pídele un alma sacerdotal, para que tu entrega sea total, y a través de tu vida ministerial, seas una morada digna de la Santísima Trinidad.

Pídele, sacerdote, al Espíritu Santo, que se derrame en ti, para que busques a Cristo, para que encuentres a Cristo, para que ames a Cristo.