PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – EL QUE TIENE A DIOS NADA LE FALTA
«El Señor es mi pastor, nada me faltará» (Sal 23, 1).
Esa es la revelación del amor de Dios hecho hombre.
Porque el que tiene a Dios nada le falta, solo Dios basta.
Esa es la revelación del Hijo del hombre, que es Dios, y que ha venido a darse al hombre para su salvación.
El que tiene a Dios nada la falta, porque Dios llena y desborda el alma de gracia, de misericordia, de amor, de don. Y suple la miseria de los hombres con su misericordia, por lo que le consigue la salvación.
El que está salvado nada le falta, porque lo único que salva es Dios.
Sacerdote: y a ti ¿qué te falta?
¿Eres tú medio de salvación para los hombres?
¿Eres tú, sacerdote, misericordia, gracia, don para los hombres?
A un pueblo con sacerdotes nada le falta, porque el sacerdote es el que lleva a los hombres a Dios.
Es a través de los sacerdotes que los hombres alcancen la salvación, el amor, la misericordia, la gracia y el don de Dios, para que nada les falte.
Tú eres pastor, sacerdote. Llénate de Dios para que tampoco a ti nada te falte.
El amor de Dios que es irrevocable se entrega a ti, sacerdote, para que, a través de ti, llene y transforme a los hombres. Transfórmate tú primero, para que seas ejemplo, para que te sigan, para que, siguiéndote a ti, sigan a Cristo y sean reunidos en un solo pueblo, y con un solo pastor. Para que nada les falte.
Tú eres el amor de Dios derramado a los hombres, para llegar a todos los rincones del mundo.
Ámense los sacerdotes, los unos a los otros, como Jesús los amó, con el amor de Dios, para que también se salven, porque el que tiene amor nada le falta, porque el que tiene a Dios tiene amor, porque Dios es amor.
Y ¿de qué te sirve, sacerdote, salvar al mundo entero, si no te salvas tú mismo?
¿De qué te sirve, sacerdote, interceder, y ser mediador entre Dios y los hombres, si no te reconoces Salvador, Cristo, Pastor?
Reconócete tú primero, y acepta, sacerdote, el amor de Dios.
Y sigue a Cristo, configurado con Cristo, para que los hombres que te siguen alcancen, por ti, la salvación.
Entrégate, sacerdote, entrega tu vida a Dios, para que seas transformado en el amor, para que nada te falte, para que conozcas el amor. Porque en esto conocemos el amor: en que Cristo dio su vida por nosotros, en que Cristo nos amó primero.
El que ama a su hermano no le falta nada, porque el que ama a su hermano está lleno de Dios.
El que está lleno de Dios ha seguido al Pastor y nada le falta.
El que sigue a Jesús verdaderamente ama.
El que ama verdaderamente tiene a Dios en él.
El que tiene a Dios, en él permanece el amor de Dios, y Dios permanece en él.
El que tiene a Dios, no le falta nada.
Sacerdote, tú representas el amor.
Tú eres responsable de que no te falte nada, y tú eres responsable de que no le falte nada a tu rebaño. Concientiza, sacerdote, la gracia, el amor y el don que Dios te ha dado, por el que nada te hace falta.