PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – ENTRAR POR LA PUERTA
«En verdad les digo: yo soy la puerta de las ovejas».
Eso dice Jesús.
Y tú, sacerdote, ¿has entrado por esa puerta?
¿Te has configurado con tu Señor y eres puerta?
¿Las ovejas te siguen? ¿Entran y salen por esa puerta?
Tú eres puerta, sacerdote. ¿Mantienes la puerta abierta?
¿Te aseguras de que hayan salido todas y te hayan seguido, para alimentarlas?
¿Las acompañas? ¿O las dejas solas ante el peligro de que se las coman los lobos?
¿Te aseguras de que entren todas por la puerta, y de contarlas, para que no te falte ninguna?
Y si faltara una, ¿dejas a las demás seguras, y sales a buscar a la que se ha perdido?
¿O te quedas resignado en la comodidad de tu egoísmo, y cierras la puerta, y cierras los ojos y los oídos para no ver y no escuchar al que te llama pidiendo ayuda porque está perdido?
Analiza tus actos, sacerdote, y descubre, al paso de los años, en qué te has convertido: ¿en un verdadero pastor comprometido con su rebaño, porque has sido configurado con Cristo Buen Pastor? ¿O en un pastor asalariado que ha descuidado el rebaño que le ha sido encomendado?
¿Se ha vuelto tu ministerio un trabajo más a cambio de un sueldo? ¿O vives tu vocación sirviendo a tu rebaño, enamorado de tus ovejas, como Cristo el Buen Pastor?
Entra por la puerta de las ovejas, sacerdote, con humildad, haciéndote pequeño, como cordero, para que renueves tu vocación y sea encendido de fuego apostólico tu corazón.
Escucha, sacerdote, la voz del Buen Pastor, que te llama para que reconozcas su voz y lo sigas, y pídele que infunda en ti un espíritu de entrega, para que des tu vida por tus ovejas.
Pero ten cuidado, sacerdote, y fíjate bien por quién estás dando tu vida, porque en los rebaños también hay lobos disfrazados de ovejas perdidas.
Sé astuto como las serpientes, pero sencillo como las palomas. No te fíes de los hombres, pero no les tengas miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; antes bien, teme ofender a tu Señor, y obedécelo; escucha su voz, deja todo y síguelo, como una oveja sigue a su pastor, entregándole tu voluntad y tu confianza, porque Él es tu dueño y sabe lo que te conviene.
Sigue a tu Pastor, sacerdote, pero no lo sigas por obligación. Síguelo por amor. Porque de Él recibes muchos bienes. Pero si no tienes amor, sacerdote, nada tienes.
Déjate configurar con el amor, que es Cristo, el Buen Pastor, para que des tu vida por tus ovejas, para que seas puerta, y todo el que entre por ti se salve.
Tú eres puerta, cordero y pastor, configurado con Cristo, que es la puerta, el cordero de Dios que quita los pecados del mundo, y el Buen Pastor, que da la vida por sus ovejas.
Tú abres la puerta, y perdonas los pecados, y los guías y los alimentas a través de la Palabra y de la Eucaristía, para darles vida en abundancia, por Cristo, con Él y en Él.
Tú eres, en unidad con Cristo, Buen Pastor. Y al mismo tiempo eres sacerdote, víctima y altar; sacerdote, profeta y rey.