PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – DAR LA VIDA POR LAS OVEJAS
«Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da su vida por sus ovejas».
Eso dice Jesús.
Eso te dice a ti tu Señor, sacerdote.
El Señor es tu Pastor, nada te falta.
En verdes prados te hace reposar.
Hacia aguas tranquilas te guía.
Reconforta tu alma, te conduce por el sendero recto, por honor de su Nombre.
Y, aunque camines por valles oscuros nada temes, porque Él está contigo.
Su vara y su cayado te sosiegan.
Prepara una mesa para ti enfrente de tus enemigos.
Te unge la cabeza con perfume, y tu copa reboza.
Su bondad y su misericordia te acompañan todos los días de tu vida, y habitarás en la casa del Señor por años sin término.
Esa es tu fe, sacerdote, esa es tu confianza. En Él está puesta tu esperanza y tu amor.
Tú estás configurado con el amor, sacerdote, y al que tiene amor nada le falta.
Tú estás configurado con el Buen Pastor, y el pueblo de Dios pone en ti su fe y su confianza. Tú eres su esperanza, para llevarlos al encuentro con el amor.
Y tú, sacerdote, ¿das la vida por tus ovejas?
¿Las conduces hacia fuentes tranquilas y reparas sus fuerzas?
¿Las guías por el sendero recto y, aunque caminen por valles oscuros, nada temen, porque tú estás con ellos y les das seguridad?
¿Preparas ante ellos el altar y los unges?
¿Reciben tu bondad y tu misericordia?
¿Los llevas a la casa del Señor para que tengan vida eterna?
¿Tu rebaño está tranquilo porque reconoce en ti al Buen Pastor, y sabe que nada le faltará?
¿Conoces a tus ovejas, y ellas te conocen a ti?
¿Acoges a todas las ovejas, aunque no sean de tu redil?
¿Las reúnes en un solo rebaño y con un solo Pastor?
¿Te aseguras de darles el amor, de que crean en el amor, y de que permanezcan en Él?
Al que tiene amor nada le falta. Dios es amor, y tú tienes al amor entre tus manos, sacerdote.
Muéstrales al amor crucificado, que por ellos da la vida, y entrégales al amor resucitado, para que ellos tengan vida.
Aliméntalos con el pan de vida, que a través de ti baja del cielo; pero come tú primero, y camina por delante, siendo ejemplo, y llámalos para que te sigan.
Asegúrate de que conozcan tu voz, proclamando con alegría la Palabra de tu Señor.
Pero, escúchalo tú primero, y síguelo, reconociendo que tu humildad está en la verdad, que es Cristo, y se manifiesta en ti, y a través de ti, porque vive en ti, y te da la vida, para que tú des vida.
Tú eres, sacerdote, el Cristo vivo, por quien eres cordero y eres pastor. Escucha su voz y síguelo, pero asegúrate de que tu rebaño venga contigo, y de entrar por la puerta como verdadero pastor, para que no seas un extraño, y las ovejas reconozcan tu voz y te sigan, para que tengan vida en abundancia.
Escucha la voz de tu Señor y reconócelo. Él es el Hijo de Dios. Te está llamando, deja todo, toma tu cruz y síguelo.
Déjate amar y transformar por Él, para que haga de ti un verdadero sacerdote, configurado con su Maestro, Amo y Señor: Cristo, el Buen Pastor.