16/09/2024

Jn 15, 1-8

PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – DAR FRUTO

«Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí».

Eso dice Jesús.

Y tú, sacerdote, ¿permaneces en Él?

¿Das fruto?

¿Tu fruto es abundante, y ese fruto permanece?

Tu Señor habla del fruto de tu fe puesta en obras, sacerdote, porque una fe sin obras es una fe muerta. En cambio, las obras realizadas por la fe producen fruto.

Por tanto, muestra al mundo tus obras, y ellos verán el tamaño de tu fe. Y por tus frutos te reconocerán.

Tu Señor también te dice que el que no da fruto no sirve para nada, y a ese el Padre lo arranca de Él. Y el que no está unido a Cristo se seca, no tiene vida, porque la vida es Él.

Y tú, sacerdote, ¿estás unido a tu Señor?

¿Permaneces en Él?

¿Das fruto?

¿Tu fruto es abundante?

¿Glorificas al Padre?

Lo que une es el amor, sacerdote.

Tu Señor es el amor, y está a la puerta y llama.

Y tú, sacerdote, ¿le abres la puerta?

¿Lo dejas entrar?

¿Recibes su amor?

¿Te dejas amar?

¿Permaneces en Él, como Él permanece en ti?

¿Amas?

Rema mar adentro, sacerdote, y descubre la sensibilidad o la frialdad de tu corazón.

¿Tienes corazón de piedra, o conservas el corazón de carne que te ha dado tu Señor?

¿Compartes sus mismos sentimientos, o has dejado enfriar tu corazón?

¿Reconoces los dones que Dios te ha dado y los usas bien?

¿Los pones a disposición de los demás, o los usas para tu propio beneficio?

¿Eres generoso, o te domina el egoísmo?

Porque, aunque tuvieras el don de profecía, y conocieras todos los misterios y la ciencia; aunque tuvieras una fe tan grande como para mover montañas, si no tienes amor, sacerdote, no eres nada.

Y aunque entregaras tu vida sirviendo con tu trabajo a los demás, y les repartieras todos tus bienes, si no tienes amor, sacerdote, no das fruto, no sirves para nada.

El fruto en abundancia se consigue haciendo las cosas más pequeñas, pero con mucho amor, porque, aunque nadie las vea, el amor da fruto y ese fruto glorifica a Dios.

Permanece en el amor, sacerdote, para que permanezcas unido a tu Señor, para que des mucho fruto, y ese fruto, permanezca.

Abandona tu voluntad a la voluntad de tu Señor, agradeciendo su bondad, y pidiéndole su ayuda, porque sin Él nada puedes.

Escucha las palabras de tu Señor, y ponlas en práctica, para que permanezcas en Él y en su Palabra, haciendo sus obras, por tu fe.

Déjalo obrar en ti, para que tus obras no sean tuyas, sino que sean de Él.

Entonces harás sus obras y aún mayores, porque Él va al Padre, y todo lo que pidas en su nombre Él lo hará, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.

Tu Señor es la vid, y tú eres el sarmiento, sacerdote. Permanece en Él, para que des vida por Él, con Él y en Él, porque tu Señor ha venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.