16/09/2024

Jn 17, 1-11

PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – PEDIR EN NOMBRE DE JESUCRISTO

«Te pido por ellos; no te pido por el mundo, sino por estos, que tú me diste, porque son tuyos».

Eso dice Jesús, y se lo dice a su Padre.

Tu Señor es verdadero hombre, sacerdote, y pide como un hijo pide a su padre.

Tu Señor es verdadero Dios, sacerdote, y siendo Dios ora con todo su amor a Dios.

Y tú, sacerdote, ¿pides? ¿Oras?

¿Cómo pides? ¿Cómo oras?

Tu Señor ha cumplido su misión, y va al Padre, para ser glorificado en Él, con la gloria que tenía antes de que el mundo existiera.

Pero Él, que ha venido a buscarte, que no ha descansado hasta encontrarte, y que ha muerto por ti, para salvarte, no se irá sin ti, no te dejará, porque en ti ha sido glorificado, y se ha enamorado como un loco de ti, y te ha hecho uno, haciéndote partícipe de su cruz y de su resurrección, para hacerte partícipe también de su gloria.

Bendice, sacerdote, a tu Señor, que teniéndolo todo, no se olvida de ti, que te incluye en su eternidad, y te ayuda a creer en Él, y en su Padre, para que puedas llegar.

Tu Señor te conoce, sacerdote, y nunca te abandona, porque sabe la debilidad que hay en tu humanidad, atormentada por la prisión del mundo, al que tú no perteneces, porque Él mismo te sacó del mundo, cuando te vio debajo de la higuera, y te llamó; cuando te eligió para que lo siguieras, y tú, dejándolo todo, dijiste sí, por tu propia voluntad, para glorificar a Dios, sirviendo a su Iglesia.

Tu Señor te conoce, sacerdote, porque eres suyo, y todo lo suyo es del Padre, y lo del Padre es suyo.

Tu Señor ruega al Padre por ti, sacerdote, porque te ama, seguro de que el Padre lo escucha y atiende sus súplicas, porque Él mismo te ama.

Tu Señor no solo ruega por ti, sino por aquellos que por ti creerán en Él y en su Padre, porque en eso consiste la vida eterna, a la que han sido llamados todos los que sean bautizados en el Espíritu Santo que el Padre les ha dado.

Acércate, sacerdote, a tu Señor, y aprende de Él a hacer oración, para que le pidas al Padre todo lo que necesitas para cumplir tu misión, reuniendo a todas las naciones, a través de la Palabra de Dios y de los sacramentos, en una sola nación santa, en un solo rebaño, en un solo pueblo santo de Dios.

Pídele en el nombre de su Hijo Jesucristo, que es tu amo y tu Señor, y cree en todo lo que Él te ha dicho, y en que todo lo que pidas en su nombre el Padre te lo concederá, porque Él ha subido al Padre.

Adora, sacerdote, a tu Señor, porque es así como lo glorificas.

Ora con insistencia al Padre, uniendo tus sacrificios al único sacrificio verdadero y eterno del Hijo, que es el único sacrificio agradable al Padre, y es así como tú te santificas.

Cree, sacerdote, y pon tu fe en obras, porque es así como participas.

Glorifica, sacerdote, a tu Señor, humillándote como lo hizo su esclava, que se hizo última, para ser la Madre de Dios y de toda la humanidad, para que crean en Él, y sean partícipes de su eternidad.