PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – CONOCER A LAS OVEJAS
«Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen» (Juan 10, 27).
Eso dice Jesús.
Sacerdote: el Señor es tu Pastor para que nada te falte.
Sigue, sacerdote, las huellas de tu Pastor y conduce a tu rebaño como Él te enseñó.
Él es el Buen Pastor y tú, sacerdote, eres una oveja de su rebaño. Pero Él te ha llamado, te ha escogido y te ha preparado para que seas como Él. Y eres oveja y eres pastor, para que otras te sigan. Pero si tú no sabes a dónde ir ¿cómo te van a seguir? Y si tú no conoces a tu Pastor ¿cómo vas a saber a quién seguir y a dónde conducir a tu rebaño?
Sacerdote: no camines como oveja sin Pastor, escucha la voz de tu Señor.
Él es el camino, deja todo y síguelo.
Él te conoce, y por eso te llama.
Él sabe quién eres tú, porque desde antes de nacer Él ya te conocía.
Profeta de las naciones te consolidó, porque para Él te escogió.
Tú estás consagrado a tu Señor, conócelo, escúchalo y síguelo.
Él es el Buen Pastor, que busca, en cada uno, a la oveja que perdió, y por la que ha dado su vida para sanarla, para recuperarla y conducirla a la vida eterna. Ese, sacerdote, es el Buen Pastor.
Aprende, sacerdote, de tu Señor, para que conduzcas al rebaño que Él te confió.
Y ¿quién es, sacerdote, el Buen Pastor?
Es el Hijo único de Dios, el que vino al mundo dejando la gloria que tenía con su Padre para hacerse como tú, para padecer tus miserias y compadecer tus sufrimientos, porque en todo ha sido igual como tú, menos en el pecado, que es lo que ha perdonado, porque es para lo que Él ha bajado del cielo.
Sacerdote: el Buen Pastor es el Sumo Sacerdote que conoce lo mismo que conoces tú, que ha sufrido lo mismo que tú, que ha vivido en medio del mundo como tú, que ha sido acogido en el seno de una familia como tú, que ha vivido en medio de las miserias de la gente, y ellos lo han conocido y, como tú, lo han amado, porque no se puede conocer a Dios y no amarlo.
Pero muchos no lo han conocido como lo conoces tú, y lo han despreciado, y lo han desterrado, y lo han crucificado, y han vivido caminando en un mundo perdido, como almas que no tienen guía, porque han matado a su Pastor. Pero no se han dado cuenta que su Pastor no está muerto, ha resucitado, y se ha quedado en medio del mundo a través de ti, sacerdote, para que las reúnas en un solo rebaño y te sigan, para que las conduzcas al camino del Buen Pastor, que ha resucitado y está sentado a la derecha de su Padre, y ha sido coronado con la gloria que tenía antes de que el mundo existiera.
Pero, sacerdote, si tus ovejas no te conocen, si no escuchan tu voz, si tú, sacerdote, no conoces a tu rebaño, ¿cómo van a seguirte? ¿Cómo van a reconocer el olor de su pastor? Si el pastor no huele a oveja, la oveja no reconoce la voz ni el olor de su pastor, y se pierde, porque no conoce el camino.
Porque es a ti, sacerdote, a quien te han elegido para conocer a tu Señor y llevarlo a través de tu palabra y de tus obras a cada uno, aunque estés cansado, aunque estés solo, aunque te sientas despreciado, abandonado.
Eres tú, sacerdote, el que conoce el camino, el responsable de que el Buen Pastor recupere a cada oveja del rebaño que te confió. Que escuchen tu voz, sacerdote, para que escuchen la voz del Buen Pastor y lo sigan, porque Él es el camino, es la verdad y es la vida. Escucha, sacerdote, su voz y síguelo, para que otros te sigan.