16/09/2024

Mc 9, 38-40

PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – UNIDOS CON CRISTO

«El que no está conmigo está contra mí» (Mt 12, 30).

Eso dice Jesús.

La fuerza del ejército de Dios está centrada en la unidad de sus soldados.

Soldados que luchan no solos, y no por sí mismos, porque ellos no tienen la fuerza.

Soldados que luchan unidos con Cristo, porque Él es el centro, Él es la fuerza, y es con Cristo, por Él y en Él, que el ejército gana para Dios todas las batallas.

Sacerdote, tú eres un soldado de Dios, has sido elegido y has sido escogido para pertenecer al ejército del Rey de reyes y Señor de señores; has sido formado en las líneas delanteras, para luchar frente a frente con las líneas enemigas.

¿En dónde está, sacerdote, tu fidelidad?

¿En dónde está puesta tu amistad?

¿En quién tienes puesta tu confianza?

¿A quién le debes tu vida?

¿Por quién luchas, sacerdote, esta batalla?

¿Estás con Cristo o estás contra Él?

No puedes servir a dos amos. Decídete.

Él está contigo, y tú, ¿estás con Él?

Si estás con Cristo, sacerdote, entrégale tu voluntad y cumple el mandamiento nuevo que Él te vino a enseñar, y ama a tu prójimo como Él lo amó, porque ese es el mandamiento de tu Señor.

Unidad, sacerdote, unidad para permanecer en su amistad.

Una sola familia, un pueblo santo de Dios: ese es el mandato que has recibido de tu Señor.

Reúne, sacerdote, a tu rebaño, y cumple la Palabra del Señor, porque un pueblo dividido es un pueblo débil, frágil, fácilmente tentado, acechado y destruido.

Un pueblo dividido es un pueblo en donde falta fe, en donde no hay esperanza, en donde la caridad no se ve.

Sacerdote, tú eres la unión por el don que has recibido el día de tu ordenación, cuando el Espíritu Santo se posó sobre ti, manifestando, para el mundo y para el cielo, que Cristo te ha elegido para que vivas en Él, porque Él vive en ti y te hace una sola cosa para siempre.

Él une el cielo y la tierra, la humanidad y la divinidad, en el sacerdote.

Eres tú, sacerdote, ejemplo de unidad.

Permanece en la fidelidad y nunca te separes de quien es la Vida, porque caerías en la muerte.

Nunca te separes de quien es la Luz, porque vivirías en la oscuridad.

Nunca te separes de quien es la Verdad, porque tu vida sería una mentira.

Nunca te separes de quien es el Camino, porque vagarías perdido en un mundo que te ata, que te encadena, que te devora.

Permanece unido, sacerdote, a la fuente de vida, porque tú eres conductor del manantial de agua viva, por la que Dios mismo se derrama para el mundo dando vida y regresando a su amistad a todos los que no están con Él y se vuelven contra Él.

Es por ti, sacerdote, que tu Señor los atrae hacia Él, y los hace parte una y otra vez.

Satanás es la mentira, la división, la enemistad, las cadenas, la oscuridad. Él es quien divide a los hombres, quien promueve que se alejen de Dios, y que lo abandonen a través de las tentaciones del mundo del pecado, porque lo hace atractivo a los ojos del mundo, que son los ojos de los hombres que están divididos, que no están unidos a Dios, que no están con Él, sino contra Él.

Sacerdote: invoca al Espíritu Santo, que es el Espíritu de la verdad, y bautiza a los hombres con el Espíritu Santo, que es por quien se unen en filiación divina al Padre para permanecer con el Hijo.

Ten cuidado sacerdote, porque Satanás es como un león rugiente, buscando a quién devorar. Reconoce las señales que el Espíritu Santo te da a través del don de discernimiento, por el que tú tienes en tu poder, en tus manos, en tu boca, y en tu corazón, la verdad.

Permanece, sacerdote, en Cristo, porque Él ruega al Padre por ti, no para que te saque del mundo, porque tú, como Él, no eres del mundo; porque Él para eso te eligió, para que vivas fuera del mundo, para que vivas unido a Él. Y Él pide que te libre del maligno, porque tú vives en medio del mundo y el maligno vive ahí. Él es el príncipe del mundo, pero Él te ha dado ojos para que veas y oídos para que oigas, y Él te ha dado los mandamientos de la ley de Dios, para que los cumplas. Y te ha dado su Palabra, para que la escuches y la pongas en práctica.

Es así, sacerdote, como tú permaneces en Él. Es así como tú, soldado del ejército de Dios, luchas en las líneas del Rey contra el ejército enemigo, y demuestras que tú, sacerdote, eres su amigo, que estás con Él y no contra Él.

Invoca, sacerdote, al Espíritu Santo, para que permanezca en ti, porque Él es derramado a los corazones de los que aman a Dios.

El que permanece en la presencia del Espíritu Santo permanece en Dios.

Ten cuidado sacerdote, al usar tus palabras, porque puedes equivocarte, y Dios siempre va a perdonarte; pero el que blasfema contra el Espíritu Santo, ese no será parte, ese será condenado, porque ese no obedece la Palabra de Dios, y ese está en contra del amor, y el que está en contra del amor no puede ser aceptado como parte en el Reino de Dios, porque Dios es amor.

Sacerdote, tú has sido elegido, tú has sido llamado como soldado de Dios para proteger el tesoro de la fe, que une a los hombres a Dios a través del amor.