16/09/2024

Mc 16, 9-15

PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – HABLAR DE LO VISTO Y OÍDO

«Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda criatura».

Eso dijo Jesús.

Y se lo dijo a los que no creyeron en su resurrección, porque ellos no habían visto y no habían oído.

Y eso te dice a ti, sacerdote, para que todos los que te vean y te escuchen crean.

A ti te ha sido revelada la verdad, sacerdote.

¿Por qué dudas? ¿Por qué callas? ¿A quién le temes?

No tengas miedo, sacerdote, porque tu Señor está contigo todos los días de tu vida, hasta el fin del mundo.

Y es Él el que te envía.

Obedece a Dios, sacerdote, antes que a los hombres, y proclama el Evangelio a todo el mundo, porque tú no puedes dejar de hablar de lo que has visto y de lo que has oído.

Tú has visto y has oído a Cristo vivo.

Lleva su testimonio al mundo, a través de tus obras, para que los que tengan ojos vean, y los que tengan oídos oigan.

Pero primero, sacerdote, confirma tu fe, para que tus obras provengan de tu fe, y des testimonio de una fe viva y eficaz, como viva y eficaz es la Palabra de tu Señor.

Escucha la Palabra y reconoce las señales que vienen de Dios, y que se manifiestan para que se cumpla lo que dice la Escritura, porque tu Señor ha dicho que se cumplirá hasta la última letra.

Tu Señor es la Palabra. Escúchalo, sacerdote, y cree.

Míralo, es Palabra viva y encarnada, es el testimonio de tu fe, es tu Señor y está vivo, lo tienes elevado entre tus manos, Él está contigo y tú estás configurado con Él.

Demuestra, sacerdote, al mundo tu fe, y adóralo, y dobla tus rodillas cuando pronuncies su nombre; cómelo y bébelo, y luego dales de comer y dales de beber; háblales de Él y de su vida. Enséñales que tu Señor es el Camino, la Verdad y la Vida, y muéstrales que Él vive en ti y tú en Él, pero es Él quien obra en ti, para que tú hagas sus obras, y que sea tu vida ejemplo para el mundo, porque por tus frutos te reconocerán.

Lleva, sacerdote, la Palabra de tu Señor a todos los rincones de la tierra, para que lleves la paz.

Camina valiente, sin miedo. Pon en alto la frente, y lleva la verdad al mundo entero a través del Evangelio. Y lleva el testimonio de tu fe a través del pan de vida, que es Eucaristía.

No seas incrédulo, sacerdote, sino cree, y pídele a tu Señor que cambie tu corazón de piedra por un corazón de carne, para que tengas sus mismos sentimientos, y el mundo, al verte y al escucharte, no sea incrédulo, sino crea.

Tu Señor es la Palabra. Tú tienes, sacerdote, palabras de vida eterna, porque en ti está la verdad, y la boca habla de lo que hay en el corazón.

Tú eres un enviado de Dios, sacerdote; cumple con tu misión, predicando el Evangelio, porque es Palabra de tu Señor.