RECIBIR AL ESPÍRITU SANTO
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos I, n. 51)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
EVANGELIO DE LA FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR
Evangelio según san Marcos: 1, 7-11
Apenas se bautizó Jesús, vio que el Espíritu Santo descendía sobre él.
«Hijos míos: mi Hijo Jesús es el ungido de Dios, en quien el Padre se complace, para llevar a todos los hijos a Dios. Hagan lo que Él les ha enseñado: escúchenlo y hagan lo que Él les diga.
Acérquense a la gracia santificante del Bautismo, que hace nuevas todas las cosas; la Confirmación de la gracia, que los une; la gracia de la Reconciliación, que los renueva; la gracia de la Eucaristía, que los alimenta con el pan vivo bajado del Cielo; la gracia del amor de Dios en el Matrimonio, para construir familias en una sola familia, el pueblo santo de Dios; y la gracia de la Unción de los enfermos, en la que Cristo compadece, fortalece y sana.
Vístanse de fiesta con los Sacramentos, uniéndose al único sacrificio salvífico, el sacrificio de Cristo, el Hijo de Dios, enviado entre los hombres como Palabra de vida.
Una sola es la fe, una misma es la esperanza, y uno solo es el Bautismo en el que reciben al Espíritu Santo.
Bautismo, renovación, vida, pureza, gracia santificante con la cual se abre el cielo, para hacer a los hombres hijos de Dios.
Bautismo que une a los hijos en un solo pueblo santo de Dios, que regenera y hace nuevas todas las cosas. Gracia que purifica al hombre para hacerlo digno de la unión con su Señor.
Bautismo que el mismo Cristo recibe, pero que no necesita, porque Él es el Cordero de Dios que quita los pecados de los hombres.
Bautismo con agua, que lava, que limpia, que quita toda mancha dando vida, porque es el agua de la vida, es el agua viva del manantial del Espíritu Santo, que renueva y que santifica.
Mi corazón ha sido expuesto, al tiempo que ha sido expuesto el corazón de Jesús a los hombres, cuando el cielo fue abierto y revelado el Hijo por la boca de Dios: “este es mi hijo amado”.
Mi deseo es que llegue la Buena Nueva de la salvación a todos los hombres, uniéndolos en un solo pueblo santo de Dios, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, para que sean todos hijos de Dios».