BRILLAR CON LA LUZ DE CRISTO
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos I, n. 51)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Marcos: 1, 7-11
Tú eres mi Hijo amado: yo tengo en ti mis complacencias
«Hijos míos: que brille la luz de ustedes como la estrella sobre el pesebre, para que iluminen el camino de los adoradores, de los que le llevan regalos a Jesús, de los que desean ser santos, de los que están perdidos y quieren ser encontrados y convertidos.
Que sean ustedes la luz de Cristo que brilla sobre la tierra, y lleven la buena nueva.
Que sean luz que ilumine en medio de las tinieblas del mundo, porque la luz vino al mundo, y el mundo no la recibió, porque prefirió las tinieblas a la luz. Y el mundo ocultó la Luz con la muerte en la cruz. Pero la Luz era Dios, y la Luz brilló con más fuerza, para llegar a todos los rincones del mundo.
Expongan al mundo su luz, exaltando el nombre de Jesús, desde el pesebre hasta la cruz, con sus vidas, con las que dan testimonio de que la luz está en la vida, porque la luz es Jesús.
Que sea el Espíritu Santo la luz que los encienda, para que su brillo sea de amor, para que el reflejo de su brillo sea esperanza, que encienda la fe de los hombres, para que los lleven a la luz, que es el encuentro con Cristo. Y si un día se apagara su luz, pidan, con todas sus fuerzas, ser encendidos de nuevo en la llama viva del amor de Dios, porque todo lo que le pidan en su nombre Él se los concederá.
Que sean siempre lámparas encendidas, para que, iluminados por el Espíritu Santo, sean un rayo de luz y sean la estrella que guía a los hombres al encuentro con Cristo, y sean por Él, con Él y en Él, el hijo amado en quien Dios se complace».