03/02/2025

MCM Mc 3, 1-6

HACER EL BIEN TODOS LOS DÍAS

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos III, n. 12)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Marcos: 3, 1-6

¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado, el bien o el mal?

 

«Hijos míos: todos los días son días del Señor. Él hace milagros todos los días, porque todos los días es tiempo de hacer el bien. Él es el bien.

Todos los días es tiempo de misericordia. Él es la misericordia. 

Todos los días es tiempo de amar y demostrar el amor a través de la caridad. Él es el amor, y Él se dona a través de la caridad de ustedes.

Por tanto, hijos míos, todos los días es tiempo de que ustedes hagan buenas obras. Todos los días es tiempo de alegría, cuando se vive en el Señor.

Hay quienes prefieren cumplir las reglas que mostrar la caridad; hay quienes quieren ser perfectos, tratando de perfeccionar por ellos mismos su humanidad. Yo les digo que eso no es posible. El único perfecto es Cristo, y los hace perfectos a través de su misericordia.

Hijos míos: yo les suplico que, aunque sean perseguidos, aunque los amenacen las circunstancias, aunque el cielo se nuble y la tierra tiemble, no duden ni un momento que todo el tiempo deben hacer el bien, y nadie puede impedirles hacer eso. Cristo todos los días obra milagros, porque Él es dueño del tiempo y de la eternidad, de los hombres, de toda criatura, de todo lo creado. A Él todo el honor y la gloria por siempre.

Yo soy la Madre de Dios y auxilio de los cristianos. Mi auxilio es para que, siendo pequeños, derroten gigantes, porque la fortaleza no está en el cuerpo, sino en el espíritu, y no se ganan las batallas con el cuerpo, sino con el alma, y así es como se ganan también las batallas del cuerpo: con la fortaleza del alma, en el espíritu de los hombres de buena voluntad.

La lucha es todos los días. Lucha por la conversión continua del alma en la vida ordinaria, para alcanzar la santidad, que abre la puerta al paraíso. La grandeza está en la pequeñez de la humildad y pureza del corazón, que vence al mundo con el amor.

Mi Hijo es el Hijo de Dios, y ha vencido al mundo, sin más armas que su amor. Él es todopoderoso y misericordioso, y está con ustedes todos los días de su vida».