MCM Mc 3, 13-19
MCM Mc 3, 13-19
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ORAR POR LOS SACERDOTES

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos III, n. 14)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Marcos: 3, 13-19

Jesús llamó a los que él quiso, para que se quedaran con él.

 

«Hijos míos: en mi corona hay doce estrellas. Son doce tribus, son doce reyes, son doce discípulos, son doce apóstoles, son sus siervos, a los que mi Hijo llama amigos.

Jesucristo es el Sumo y Eterno Sacerdote. Él los llama a todos para que, por sus sacerdotes, sean ungidos. Pero si uno lo traiciona y se va, y no se arrepiente y no regresa, Él sale a buscar, y a llamar, y a elegir a otro invitado, para que se vista de fiesta y se llenen las sillas de los convidados al banquete de las bodas del Cordero.

Ustedes necesitan la gracia de Dios, y deben tener valor de entregar su voluntad, y con esa voluntad pedir la gracia que los fortalece, que los santifica, porque el enemigo está al asecho y aprovecha sus debilidades para tentar, para destruir, para traicionar.

Ustedes necesitan unas gracias que no saben pedir, para permanecer con Cristo, para que lo amen, para que lo conozcan, para que lo alaben, para que lo glorifiquen, para que lo adoren, para que vivan por Él, con Él y en Él, para que se mantengan en la fidelidad a su amistad y nunca lo traicionen.

Estén preparados para que, cuando Él llame, abran la puerta. Porque Él llama a los que Él quiere, y los que lo siguen se quedan con Él. Yo quiero que ustedes permanezcan con Él, que sepan recibirlo, aceptar los dones y las gracias, para que disciernan cuál es su voluntad, para que obren el bien y rechacen el mal, para que den fruto.

Pero si un día se equivocan y caen en la tentación; si deciden usar su libertad a traición, arrepiéntanse, confiesen sus pecados, y pidan perdón a Dios ante aquellos que han recibido el don de ser Corderos y ser Pastores, para perdonar los pecados del mundo, a través de la absolución de Cristo Sumo y Eterno Sacerdote, con quien están configurados.

Los sacerdotes representan la alianza por la que Dios manifiesta a su pueblo, con la vida de su Hijo, con su pasión y muerte en la cruz, y con su resurrección, que Él es su Dios y ellos son su pueblo: una sola alianza perfecta para reunir a su pueblo en un solo rebaño y con un solo pastor, en un solo pueblo santo de Dios.

Yo soy la Madre de la gracia, dispensadora de todas las gracias. Vengan a mí para compartir con ustedes los tesoros que guardo en mi corazón, para que enriquezcan su oración meditando todo esto en su corazón.

Oren por los que reciben el llamado de mi Hijo al sacerdocio, para que digan sí, para que lo dejen todo, tomen su cruz y lo sigan, para que lo conozcan, para que lo amen, para que sepan lo que hacen, para que fortalezcan su voluntad y perseveren, para que permanezcan en su amistad y nunca lo traicionen».