03/02/2025

MCM Mc 3, 31-35

CUMPLIR LA VOLUNTAD DE DIOS

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos III, n. 20)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Marcos: 3, 31-35

El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.

 

«Hijos míos: las familias no serán restituidas sino con el ejemplo de la Iglesia, a imagen de la Sagrada Familia.

Reciban la Palabra de Dios en sus corazones y aprendan a escuchar, para que la pongan en práctica, haciéndose obedientes, haciendo lo que mi Hijo les diga, porque no se trata de hacer lo que causa menos dolor o sufrimiento, sino la voluntad de Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad.

El que escucha la Palabra de Dios y la cumple, ese hace su voluntad, y ese es el hermano y la madre de Jesús, porque ese hace lo que Él le dice, y el que hace lo que Él dice, ese es su familia, porque lo une a Él, en un mismo cuerpo y un mismo espíritu, en una sola voluntad en la que cree, en la que espera, en la que obra, en la que ama.

Y esta es la voluntad de Dios: que crean en su Hijo, porque es el único Hijo de Dios. Que hagan lo que Él les dice, para que sean salvados, poniendo su fe en obras, para ser santificados y glorificados en Él.

Acérquense, hijos míos, al trono de la gracia y digan “Aquí estoy Dios mío, he venido para hacer tu voluntad”.

Alégrense, porque todo está en el plan de Dios, y ustedes, los que escuchan su Palabra y cumplen su voluntad, son instrumentos fidelísimos de Dios para que su Palabra sea puesta por obra. 

Oren por los sacerdotes, porque una Palabra bien predicada llega a la profundidad de los corazones y los convierte, y un corazón contrito y humillado es agradable a Dios.

Oren para que ellos se santifiquen y sus rebaños sean santificados con su ejemplo, y caminen en la verdad para hacer la voluntad del Padre, y sean así todos reunidos en un solo rebaño con un solo Pastor, una sola familia, la gran familia de Dios, una sola y santa Iglesia Católica, un pueblo unido en un solo pueblo santo de Dios, porque esa es su voluntad.

Ustedes, los que cumplen la voluntad de Dios, son la familia de Jesús y la mía, y están cuidados, protegidos y custodiados por los ángeles y los santos.

Yo les doy un consejo: cuiden siempre la obediencia y la rectitud de intención, y hagan lo que mi Hijo les diga, para que sean su madre y sus hermanos».