ENTREGAR EL AMOR
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos III, n. 30)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Marcos: 6, 1-6
Todos honran a un profeta, menos los de su tierra
«Hijos míos: este es mi auxilio: entregarles el amor. Reciban mi auxilio, para que encuentren, a través de mí, el amor. Porque yo siempre los llevo a Jesús, porque Él siempre está conmigo y yo con Él.
Pero el amor no es para guardarse. El amor es inquieto, es para entregarse, para compartirse, para darse, para fortalecer, para hacer crecer.
Al que tiene amor nada le falta.
El que tiene amor ama y confía, comparte y entrega constantemente, porque el amor es infinito, bondadoso, eterno.
Yo les entrego el amor, que es Cristo, para que viva en ustedes, para que vivan en Él, para que los fortalezca.
Nadie es profeta en su propia tierra, pero es en casa en donde nace, crece y se fortalece el amor, y es desde casa que el amor es enviado al mundo para que dé fruto, y ese fruto permanezca.
Imiten a Cristo, y no juzguen, aunque sean juzgados; no critiquen, aunque sean criticados; no repudien, aunque sean repudiados; no persigan, aunque sean perseguidos.
Aunque no sean amados entreguen el amor, y transformen los corazones, sirviendo y confiando, fortalecidos con el amor que yo les entrego, para amar a los hombres con el amor de Cristo, aun en su propia tierra.
Que mi corazón de Madre los acompañe y los sostenga, los fortalezca, los proteja, los ampare, los ayude, y los conduzca al encuentro y a la plenitud del amor».