04/02/2025

MCM Mc 6, 53-56

CREER EN LA EUCARISTÍA

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos III, n. 37)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Marcos: 6, 53-56

Cuantos tocaban a Jesús quedaban curados.

 

«Hijos míos: he venido a traer la salud para todos aquellos enfermos del alma y también del cuerpo, la fuente de agua viva, que es Cristo, que en unión al Padre, en el Espíritu Santo, da vida y salud a todo aquel que acude a Él con fe, con la esperanza de que Aquel que es el Amor, se derramará en misericordia cuando los mire, cuando les diga una sola palabra, porque una sola palabra basta para curarlos; y más aún se derrama sobre aquellos a quienes les basta tocar la orla de su manto.

Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica, enriqueciendo sus corazones con los tesoros que son alimento de salvación, porque es Palabra de Dios, Palabra viva. Cristo está vivo y es Eucaristía. 

Contemplen el cuerpo y la sangre de Cristo crucificado y muerto, pero que ha resucitado para dar vida al mundo, y crean esto. El que cree esto tiene fe y todo el que tenga fe y crea que Cristo es el Hijo de Dios que ha venido al mundo para salvarlo, tendrá vida eterna. 

Reconozcan su debilidad y su incredulidad y pidan al Señor que aumente su fe, para que crean. Reconozcan lo que les falta y pídanlo, porque todo lo que pidan en el nombre de Jesús les será concedido.

Si tienen fe, participen del banquete celestial y comulguen de verdad con verdadera devoción, con verdadero arrepentimiento, con verdadero amor, porque ese que tienen en su boca es su Dios, que se humilla ante ustedes haciéndose el más pequeño y, siendo el primero se hace último, porque Él es el alfa y la omega, el primero y el último, el principio y el fin.

Y si la noche oscura los sorprendiera, y se apoderaran de ustedes las tinieblas de la duda, busquen la luz; busquen a Jesús. Ustedes trabajan de sol a sol. Aunque el trabajo sea mucho, aunque se cansen, deben de poner lo que a ustedes les toca, que es su buena disposición y la entrega de su voluntad a la voluntad de Dios. 

Dios goza viendo la fe de la gente, pero sufre cuando dudan de Él. Que sean ustedes una digna morada de Jesús haciendo sus obras, manteniéndolo contento, obedeciéndolo y agradeciendo su misericordia, recibiendo su amor y amándolo. Y denle gloria trabajando, haciendo sus obras.

No todos ustedes obedecen. No todos agradecen. No todos tienen fe. No todos se dejan amar por Él. No todos lo aman, porque no creen en Él.

Alimenten ustedes su fe escuchando la Palabra y poniéndola en práctica, adorando la Sagrada Eucaristía, que es el misterio de fe, a través del cual pueden tocar a Cristo. No solo la borla de su manto, sino su cuerpo verdadero, real, substancial, resucitado y vivo».