04/02/2025

MCM Mc 8, 14-21

CONFIAR EN LA DIVINA PROVIDENCIA

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos III, n. 47)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Marcos: 8, 14-21

¿Para qué tienen ustedes ojos, si no ven, y oídos, si no oyen?

 

«Hijos míos: por medio de una mujer entregó Dios a su único Hijo al mundo, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. ¡Dichosos los invitados al banquete de las bodas del Cordero!

Pero a los invitados se les ha concedido la libertad de su voluntad, a imagen y semejanza del que todo ha creado, y que es todopoderoso y eterno.

Yo intercedo para que en esa libertad unan su voluntad a la voluntad de Dios.

Para que reciban a mi Hijo en sus corazones, como lo recibí yo: con disposición, voluntad, humildad, obediencia, pureza, fe, esperanza, caridad, entrega, generosidad, amor, gratuidad, en silencio, pero con la alegría de recibir a Cristo.

Para que unan su entrega de vida todos los días a la Eucaristía, como una ofrenda.

Para que agradezcan el sacrificio del Hijo de Dios vivo y sean uno con Él, en una sola ofrenda, en un mismo sacrificio.

Para que agradezcan y dejen a Dios hacer, porque Él es el hacedor de todo.

Recuerden que no solo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios. Escuchen la Palabra de mi Hijo, para que crean que Él es el Hijo de Dios, para que tengan vida eterna. Él es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, y a los que ama los corrige.

No todo el que diga: “Señor, Señor”, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad del Padre que está en el Cielo.

Él es verdadero alimento y verdadera bebida. Escuchen atentos al Señor que les dice: “El que venga a mí no tendrá hambre, y el que crea en mí no tendrá sed. Esta es la voluntad de mi Padre, que todo el que vea al Hijo y crea en Él tenga vida eterna, y que yo lo resucite en el último día. Pero ¿para qué tienen ustedes ojos, si no ven, y oídos si no oyen?”.

Hijos míos, pongan su fe por obra, confíen en la Divina Providencia, y abandónense en su misericordia. Entonces no se preocuparán, ni se desesperarán, ni se angustiarán de nada, si ustedes oran, y ofrecen, y trabajan, y agradecen, para que en ustedes, y a través de ustedes, obre Dios según su voluntad».