RESPLANDECER CON CRISTO
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 12)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Marcos: 9, 2-10
Los hizo salir con él a un monte elevado y ahí se transfiguró en su presencia.
«Hijos míos: yo los acompaño a los pies del monte alto, que es el altar de Jesús. Yo ruego por ustedes, para que resplandezcan con Cristo, en un encuentro que transfigure su corazón, llenándolos de su gloria, para que, tomando cada uno su cruz, glorifiquen al Señor, bajando del monte alto después, para mostrar su gloria a los demás, y para invitarlos a subir al monte de la oración, para abrazar su propia cruz, y ellos también glorifiquen a Dios.
El que sube al monte alto de la oración y experimenta un verdadero encuentro con Cristo, se siente tan a gusto, que quisiera permanecer ahí para siempre. A ustedes se les ha dado mucho, y se les dará más, para que muestren a Cristo glorioso y todopoderoso, y consigan así permanecer en el monte alto en medio del mundo, para que escuchen allí a mi Hijo, y lo conozcan transfigurado, a través de la Palabra, para que permanezcan en vela. Y que, aunque tengan sueño, no se duerman. Que estén despiertos para que puedan ver su gloria, y puedan escucharlo, para que, guardando la Palabra, hagan lo que Él les diga. Y, cuando Él vuelva, los encuentre despiertos y no dormidos, para que sean luz para el mundo, y su luz brille, para que den testimonio de fe, de amor y de misericordia, y se vean sus buenas obras.
Yo ruego para que sea reafirmada la fe de ustedes en la verdad, y glorifiquen al Padre que está en el Cielo. Jesús es el Hijo de Dios, en quien Él ha puesto sus complacencias. Es Él a quien deben escuchar, y hacer lo que Él les dice, porque así es como obedecen a Dios y le dan gloria.
Escuchen al Señor, que los llama para que vayan con Él a lo alto del monte, a la oración, en donde Él se transfigura para cada uno de ustedes, y se muestra tal y como es: el Hijo único de Dios, que fue enviado al mundo, para hacerse hombre como ustedes, para vivir como ustedes, para ser probado en todo como ustedes, menos en el pecado; para dejarlo todo, tomar su Cruz y hacerse camino, para morir por ustedes, mostrándose al mundo tal y como es, hombre y Dios.
Jesús manifiesta su divinidad en la Santísima Trinidad, y se muestra tal cual es en realidad: Hombre y Dios Hijo, unido a Dios Padre, por Dios Espíritu Santo, que se abaja al hombre y se humilla en la Cruz, para hacer una alianza entre Dios y los hombres, para abrir las puertas del cielo a través de la pasión, muerte y resurrección del Hijo, por quien son hechas nuevas todas las cosas.
Acudan a su encuentro en el monte alto de la oración, y transfigúrense con Él, para que sus almas resplandezcan con Él, y en ustedes muestre al mundo la gloria de Dios».