PERMANECER EN LA FIDELIDAD
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos III, n. 73)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Marcos: 12, 1-12
Se apoderaron del hijo, lo mataron y arrojaron su cuerpo fuera de la viña.
«Hijos míos: Dios es justo y misericordioso. Ante la injusticia, la ira de Dios es terrible, pero es más grande su amor. Es mayor su misericordia que su justicia. Su amor es tan grande, que Él mismo transforma su ira en obras de misericordia.
Ustedes son morada de Dios, para que la Iglesia sea una verdadera casa de oración para todos los pueblos, y sean un solo pueblo y una sola nación.
Oren para que tengan fe. Para que, con esa fe, pidan el don del santo temor de Dios, para que respeten los templos del Espíritu Santo, que son sus cuerpos. La fuerza está en el amor, y el amor se recibe en la oración.
Permanezcan dóciles a la acción del Espíritu de Verdad y a sus inspiraciones, bajo la protección de mi manto maternal, y la protección de los ángeles y de los santos, que interceden por ustedes, para que hagan sus obras.
No digan ‘después’, ‘mañana’… ¡ahora! No sea que el mañana les falte. El viñador está pronto a venir. No pretendan guardar sus frutos para ustedes mismos, sino que permanezcan dispuestos a compartir con el mundo entero los frutos que Él mismo ha cosechado a través de ustedes.
Manténganse en la fidelidad y en la unidad. Escuchen las palabras sabias y sencillas de mi Hijo Jesucristo en el Evangelio, porque en la humildad está la grandeza y en la sencillez la belleza.
No tengan miedo, tengan fe. Él es el Buen Pastor, y ustedes son el rebaño que le ha sido confiado. Cristo es el centro de todo. Él es el Camino, la Verdad y la Vida, y es Eucaristía».