PREDICAR LA MISERICORDIA
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 53)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Marcos: 16, 9-15
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
«Hijos míos: llevo la misericordia en mi vientre. Yo soy madre de misericordia. Yo soy madre del amor. Intercedo para que ustedes reciban de Dios la gracia para abrir sus corazones para recibir el amor, y crean en Cristo resucitado y vivo en la Eucaristía, y proclamen el Evangelio a todas las criaturas a través de obras de misericordia.
No tengan miedo, porque el Señor está con ustedes todos los días de su vida, hasta el fin del mundo. Y es Él, el que los envía. Lleven su testimonio al mundo, a través de sus obras, para que los que tengan ojos vean, y los que tengan oídos oigan. Es así como serán bienaventurados y recibirán misericordia, porque en la Palabra y en la fe llevan la verdad y la vida, obrando con misericordia: perdonando, enseñando, corrigiendo, consolando, dando consejo, vistiendo al desnudo, visitando a los presos y a los enfermos, sufriendo con paciencia, dando de beber al sediento, acogiendo a los peregrinos, dando de comer al hambriento, orando por los vivos y por los muertos, llevando la paz y la alegría de servir a Cristo al mundo entero.
Permanezcan conmigo construyendo las obras de Dios, que son obras de misericordia, fruto del amor de los santos a la Divina Misericordia de Dios, para que el mar de misericordia y el agua viva que ha sido derramada en la Cruz, y que es un torrente de amor, sea encauzado a las almas, para que abran las puertas de sus corazones para recibir la misericordia y el amor de Cristo.
No sean incrédulos, sino crean, y pídanle al Señor que cambie sus corazones de piedra por un corazón de carne, para que tengan sus mismos sentimientos, y el mundo, al verlos y al escucharlos, no sea incrédulo, sino creyente.
Es tiempo de que crean. Permanezcan en la paz, en la alegría y en el amor de Cristo, bajo mi protección. Perseveren en la oración. Es tiempo de abrir sus corazones, porque el Rey está a la puerta y llama. Es tiempo de misericordia».