DESPERTAR LA FE
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos III, n. 29)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Marcos: 5, 21-43
¡Óyeme, niña, levántate!
«Hijos míos: Cristo viene todos los días. Ustedes lo tocan y una gran fuerza sale de Él, y los llena de Él. Cuando comulgan no tocan solo la borla de su manto, lo tocan a Él. Y basta tocarlo para que se derrame la gracia en abundancia sobre ustedes. Aprovechen ese momento y llénense de Él.
Él es el alimento de vida eterna, bebida de salvación, vestido de pureza, salud para los enfermos, libertad para los presos, ayuda para el necesitado, vida para los muertos.
Él ora al Padre por los que viven en el mundo, para que los libre del mal.
Él es quien sufre con paciencia en la Cruz, por los pecados de los hombres.
Él es quien consuela y perdona, corrige, aconseja y enseña.
Yo soy Madre de gracia. Soy para mis hijos el refugio seguro a donde la tentación no llega, el alma no se corrompe y la ira de Dios no alcanza.
Soy Madre de misericordia, refugio y auxilio para mis hijos pecadores.
Soy Madre del amor, mediadora y dispensadora de gracia y misericordia.
Yo les doy mi protección, pero es preciso pedir a Dios el don de Sabiduría, para saber obrar con misericordia.
Yo entrego a mi Hijo, que es la misericordia de Dios, al que acude y se refugia en mí con humildad y pidiendo mi auxilio. Porque yo siempre los llevo a Jesús. Él es la misericordia. Basta que tengan fe.
Su fe es esa niña que no está muerta, está dormida. No se culpen ni se avergüencen si han debilitado su fe. Aquí está Él para salvarlos, aquí está Él para levantarlos. Pídanle que aumente su fe. Solo tienen que querer, escuchar su voz y obedecer, levantarse y alimentarse de Él, porque Él es su fuerza, y si en Él ponen su confianza, su amor en ustedes se manifiesta.
¡Levántense y anden!, porque cuando ustedes se humillan y se reconocen pecadores, Cristo los llama y los levanta, porque en ustedes y en su humillación lo único que Él ve es a la niña de sus ojos, que se llama fe.
¡Pidan esa fe!, y confiesen sus pecados, para que Él, que a través del sacerdote todo lo perdona, los llame y les diga “tu fe te ha curado, vete en paz”.
No hay nadie que pueda levantarse si no está caído; no hay nadie que pueda despertarse si no está dormido; no hay nadie a quien pueda perdonarse, si pecado no ha cometido. No tengan miedo, sino confianza en el Señor y en el amor que manifiesta el abrazo misericordioso del Padre.
Esta es una invitación para que, los que estén caídos se acerquen con la confianza de tocar a su Señor, y de obedecer inmediatamente cuando Él les conceda su perdón y les diga que se levanten. Entonces Él reparará sus fuerzas, porque Él es el Buen Pastor que viene a buscarlos hasta encontrarlos, porque Él no viene a buscar a justos, sino a pecadores.
Confíen en el Señor. ¡Cristo vive!, porque Cristo, que ha muerto, ¡ha resucitado!».