04/02/2025

MCM Mc 6, 30-34

SEGUIR AL PASTOR

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos III, n. 33)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Marcos: 6, 30-34 

Andaban como ovejas sin pastor.

 

«Hijos míos: yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios por quien se vive. Yo les doy este tesoro de mi corazón: mi abandono en la voluntad de Dios.

El descanso del alma está en abandonarse con fe, con esperanza y con amor, en la confianza, disposición y fidelidad del que verdaderamente te ama y da la vida por ti, y que confía plenamente en ti y en tu disposición y fidelidad, y se abandona en tu amor, para descansar en ti. Descanso mutuo y recíproco de quienes están llenos del Espíritu Santo, y tienen un solo corazón y una sola alma.

El Señor es su Pastor para que nada les falte. No caminen como oveja sin pastor. Él es el camino, es la verdad y es la vida. Escuchen su voz y síganlo. Él los conoce y los ama. Él sabe quién es cada uno de ustedes, porque desde antes de nacer Él ya los conocía.

Él es el Buen Pastor, que busca, en cada uno, a la oveja que perdió, y por la que ha dado su vida, para sanarla, para recuperarla y conducirla a la vida eterna.

Es el Hijo único de Dios, el que vino al mundo dejando la gloria que tenía con su Padre para hacerse como ustedes, para padecer sus miserias y compadecer sus sufrimientos, porque en todo ha sido igual a ustedes, menos en el pecado, que es lo que ha perdonado, porque es para lo que Él ha bajado del cielo. 

No se puede conocer a Dios y no amarlo. Pero muchos no lo han conocido, y lo han despreciado, y lo han desterrado, y lo han crucificado, y han vivido caminando en un mundo perdido, como almas que no tienen guía, porque han matado a su Pastor.

Pero no se han dado cuenta que su Pastor no está muerto. Ha resucitado, y se ha quedado en medio del mundo a través de los sacerdotes, para conducirlos y reunirlos en un solo rebaño y con un solo Pastor.

Permanezcan unidos en la oración y abandónense en mis brazos, que yo siempre los llevaré a Jesús, para que les procure la plenitud de su descanso, mientras contemplan el rostro del amor y de la misericordia, adorando la presencia real de Cristo vivo en la Eucaristía».