PREDICAR CON EL EJEMPLO
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos VI, n. 30)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
FIESTA DE SAN MARCOS, EVANGELISTA
Evangelio según san Marcos: 16, 15-20 (I)
Prediquen el Evangelio a todas las creaturas.
«Hijos míos: yo vengo a buscar a mis hijos, los que no saben llegar, los que se salen del camino, los que se pierden, los que se quedan sentados y ya no quieren caminar. Yo les doy a ustedes mi paz para que me acompañen.
En el mundo hay mucho dolor, guerra, impiedad, iniquidad, lucha de poder, ignominia, sufrimiento, angustia, tristeza, desesperanza y desesperación, porque en el mundo falta fe.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Pero yo les digo que no habrá paz en el mundo hasta que haya paz en los corazones de los hombres. Paz que deben recibir primero ustedes, para que la puedan dar. Pero no puede dar paz el que está en guerra. Las guerras más fuertes están dentro de cada uno.
Yo les doy mi auxilio, para que ganen todas las batallas, y les traigo la paz para que la lleven a los demás. Porque sus corazones se han ensoberbecido, la tentación ha distraído su atención, y el enemigo está ganando terreno, y ha sembrado duda y miedo, que los paraliza y no los deja avanzar. Algunos se han desviado del camino, otros se han perdido, y otros se han quedado sentados en el camino y ya no quieren caminar, se han cansado de luchar.
El enemigo vence cuando los convence de que el cielo está en el mundo, en los placeres y no en los deberes. Y no se dan cuenta que su adversario el diablo, ronda como león rugiente, buscando a quien devorar.
Las batallas se ganan con amor, desde la humildad de su corazón. La victoria se consigue compartiendo la alegría de Cristo, teniendo los mismos sentimientos que Cristo, un mismo ánimo y un mismo sentir, no por ambición y vanagloria, sino con humildad, considerando superiores a los demás, más que a uno mismo, como Él, que siendo de condición divina no codició ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, asumiendo la naturaleza humana, haciéndose obediente hasta la muerte y a una muerte de cruz.
Crean en el Evangelio, prediquen y practiquen la Palabra con el ejemplo, para acercar a los demás a la verdad, reuniéndolos conmigo, en una misma fe y por un solo bautismo.
Yo los acompaño y los ayudo a resistir, firmes en la fe, fuertes en la batalla y humildes en la victoria».