25/01/2025

MCM Lc 1, 26-38

ALEGRARSE CON LA LLENA DE GRACIA

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos VII, n. 53)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

Evangelio según san Lucas: 1, 26-38

Alégrate, llena de gracia. El Señor está contigo.

 

«Hijos míos: yo soy Inmaculada desde mi concepción, para permanecer en la pureza, para ser la Madre de Dios, para que el Padre atraiga a los hombres a mi Hijo, para llevar por medio de mi Hijo a todos los hombres a Dios.

Es mi vientre puro el que los viste de pureza, porque el Espíritu Santo está conmigo. Y es por el fruto de mi vientre, y por su infinita misericordia, que son acogidos todos los hombres como mis hijos, frutos del fruto bendito de mi vientre, que entregué al mundo para que, por su muerte y su resurrección, rescatara al mundo de la muerte, dándoles vida, haciéndolos partícipes de mi maternidad como hermanos de Cristo, unidos en un solo cuerpo y un mismo espíritu, para permanecer en la pureza que los santifica y los une como hijos al Padre.

La miseria de los hombres los aleja de Dios, que es tan infinitamente bueno y misericordioso, que rescata continuamente al hombre de la miseria que lo inclina al pecado –que lo mancha y que lo aleja de Dios–, a través del sacramento de la Confesión, que lo renueva y le devuelve la belleza de la Madre –que es el reflejo de un alma inmaculada y pura, sin mancha ni arruga–, para que sea digno de retornar a Dios.

Yo ruego por ustedes para que alcancen la perfección, diciendo sí, recibiendo al Hijo de Dios en el sacramento de la Eucaristía, para hacerse con Él uno. Y les muestro el camino, porque el camino, que es Cristo, lo he caminado yo. Un camino sin pecado en medio de un mundo de pecado. Deben recorrerlo para hacerse esclavos del Señor, para que, humillándose en el mundo, una vez renovados, encuentren gracia ante Dios.

Alégrense conmigo, yo soy la esclava del Señor, la llena de gracia, el Señor está conmigo. Desde antes de la creación del mundo me eligió para hacerme Madre de todos los hombres. Acepten la dignidad de hijos que les da el Señor, y dispongan sus corazones, para entregarlos en mis brazos. En donde abundó el pecado sobreabundó la gracia. Yo soy la Mujer que en su pureza engendró la Pureza, para que naciera en medio de la miseria de los hombres, para atraerlos, por su misericordia, a la Pureza que lo engendró: el Espíritu Creador, Espíritu de gracia, Espíritu consolador, Santo Paráclito renovador».