26/01/2025

MCM Lc 2, 41-51

PERMANECER EN EL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre 

(Fuente: Espada de Dos Filos VI, n. 51)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

FIESTA DEL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

Evangelio según san Lucas: 2, 41-51

María conservaba en su corazón todas aquellas cosas.

 

«Hijos míos: mi Corazón Inmaculado arde de amor, unido al Sagrado Corazón de Jesús, desde el momento de su divina Encarnación. Compartiendo la misma carne y la misma sangre, se ha inflamado con el fuego de su amor. Tanto los ama a ustedes, que les ha dado en mí a su Madre, haciéndose su hermano, y les ha dado a su Padre, haciéndolos con Él herederos del cielo. Sean hijos y recuesten su cabeza en mi regazo. Déjenme mostrarles que soy Madre, que yo los cuido y los protejo. Nadie va al Padre si no es por el Hijo. Yo los conduciré a mi Hijo, y los uniré a su Corazón Sagrado en mi Corazón Inmaculado.

Entréguense a mi cuidado maternal mediante la Consagración a mi Inmaculado Corazón, porque el poder me ha sido dado para cuidar y proteger. Bajo mi manto los amparo, y con mi auxilio los socorro; del enemigo los libro, y cuando caen los levanto. Recen el Santo Rosario, que los llevará a la perfección en la oración. Su dulce melodía es caricia para mi corazón. Cuando ustedes rezan, yo rezo con ustedes, y el Padre escucha, y atiende, y consiente. Caminen, hijos míos, con la frente en alto, con los pies en la tierra, y el corazón en el cielo. Perseveren en la lucha y cumplan mis deseos. Al final, mi Corazón Inmaculado triunfará, y entonces habrá paz. Todo el que trabaje haciendo mis obras trabajará por la paz. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Permanezcan conmigo y en mi compañía, porque mi Corazón Inmaculado es el camino seguro que siempre los lleva a Jesús.

El corazón de ustedes está expuesto a los ojos de Dios y de su Madre. Yo conozco todo de cada uno de ustedes. Atesoro cada don que Dios les ha confiado, cada sentimiento de su corazón, cada palabra que sale de su boca y proviene de su corazón. Atesoro cada obra y cada intención. Y, cuando es necesario, les llamo la atención, porque una madre corrige a sus hijos, porque los ama. Atesoro cada sueño y cada ilusión que hay en su corazón, y los hago míos. Sus deseos los convierto en el más ferviente deseo de mi corazón, cuando su intención es cumplir la voluntad de Dios. Guardo cada paso que dan, cada recuerdo, cada logro, cada fracaso, cada batalla ganada, cada victoria frustrada, cada momento de gozo, cada alegría, cada tristeza, cada noche en vela, y cada jornada bien realizada, cada inquietud, cada contrariedad, cada preocupación, cada decisión tomada haciendo el uso debido de su libertad. Atesoro cada cosa que hay en su conciencia, y sé cuándo tienen paz y cuándo algo les molesta por haber actuado mal.

Yo soy Madre, y todas las cosas las guardo y las medito en mi Corazón Inmaculado, que brilla de pureza virginal, concebida sin pecado, y sin pecado preservada hasta el final, hasta el día que fui elevada a los altares para ser coronada como Reina de los cielos y la tierra, rodeada de un ejército poderoso del Rey y su milicia celestial, para anunciar al cielo mi entrada triunfal con todos mis hijos, guardados bajo la protección de mi manto maternal».