PROTEGIDOS POR LA MADRE
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos V, n. 95)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Lucas: 21, 20-28
Entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube, con gran poder y majestad.
«Hijos míos: yo los mantengo bajo la protección de mi manto, pero ustedes deben reunirse en torno a mí, para que los cubra, para que los proteja, para que los auxilie, para que los abrace. Déjense abrazar por mí.
Yo ruego para que ustedes tengan una misma fe, para que, cuando mi Hijo vuelva, los encuentre a todos reunidos en un solo pueblo, bajo mi protección. Confíen, hijos, en el que es, en el que era, y en el que ha de venir: el Todopoderoso.
Yo soy la Siempre Virgen Santa María de Guadalupe. De mi vientre sale la Luz para iluminar el mundo. En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Todo se hizo por ella, y ella era la vida, y la vida era la Luz de los hombres. Y la Luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. La Palabra era la Luz que ilumina a todo hombre. Y vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a los que la recibieron les dio el poder de hacerse hijos de Dios. Esos son ustedes, mis hijos, y éste es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero.
Cristo es la Palabra de Dios, el Verbo encarnado, que vino al mundo para ser crucificado, muerto y resucitado, y cumplir así hasta la última letra de la ley, dándole en su Cruz la plenitud, amando hasta el extremo.
Yo lloro por mis hijos, sufro por mis hijos; por los que teniendo ojos no ven, y teniendo oídos no escuchan; por los que se tapan los ojos y los oídos, porque no quieren creer. Solo los que crean se salvarán. Escuchen y pongan en práctica la Palabra, para que fortalezcan su fe. Yo quiero que estén preparados, porque nadie sabe ni el día ni la hora en la que verán venir al Hijo de Dios; y que desde el primer día del Adviento se escuche la voz que clama en el desierto: “Rectifiquen el camino del Señor”. Ése es mi consuelo y mi descanso».