14/02/2025

MCM Lc 5, 33-39

ALIMENTARSE CON LA EUCARISTÍA PARA RENOVARSE

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos IV, n. 89)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Lucas: 5, 33-39

Mientras el novio está con ellos, no pueden ayunar.

              

«Hijos míos: el ayuno no es ayunar de Dios. Dios es divino, y el ayuno que yo pido es ayunar del mundo, no de Dios. Es tiempo de comer y de beber con alegría, porque el esposo está con ustedes en la Eucaristía. Los llena y los desborda en cada Eucaristía cuando dicen sí, y le entregan su voluntad para que Él entre y viva en ustedes, haciéndolos uno con Él. El ayuno es ayunar de las cosas del mundo. Ayunen de todo lo que los aleje de Cristo.

Es tiempo de renovación espiritual, para desechar los odres viejos y conseguir odres nuevos, para que se conserve el vino nuevo y los odres. Ustedes son odres nuevos cuando se acercan al sacramento de la reconciliación. Y deben ser renovados constantemente. Todos los días necesitan conversión, porque todos los días está al acecho la tentación, y la carne es débil y el cuerpo es frágil; y el corazón envejece cuando traicionan la amistad de aquel que no los merece pecadores, sino que los merece justos, fieles, obedientes, alegres, entregados a la voluntad de Dios. Y, sin embargo, los acepta cuando vienen arrepentidos y le piden perdón. Entonces los renueva, y los llena de Él, para que contengan en sus almas y en sus corazones su cuerpo y su sangre, que renueva su interior y los hace dignos de merecer la amistad del Señor.

Es tiempo de la disposición del corazón, de aprender a recibir, para que se abran a la gracia y reciban de su Madre la misericordia. Reciban al Espíritu Santo, porque es tiempo de llenarse de Él, para que les recuerde todas las cosas. Es tiempo de llenar las tinajas de agua, que es la disposición a la oración, para abrirse a la gracia y a la misericordia a través de su sí, como mi sí, el sí de María, para despojarse del hombre viejo y vestirse de hombre nuevo, como odres nuevos, para recibir y contener al mejor de los vinos, que es Cristo.

Aliméntense de la Eucaristía, que es la renovación del único sacrificio de Cristo, que santifica, que salva, que hace nuevas todas las cosas».