BRILLAR CON LA LUZ DE CRISTO
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos V, n. 13)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Lucas: 8, 16-18
La vela se pone en el candelero, para que los que entren puedan ver.
«Hijos míos: la luz es gracia de Dios. Acérquense a la luz para que puedan ver. Las gracias se derraman sobre el mundo por la misericordia de Dios.
Mi Hijo Jesús es la misericordia infinita de Dios. Él es la luz del mundo. Él encendió sus corazones con la luz del amor del Espíritu Santo, los ha iluminado con la luz de la verdad, y los ha enviado al mundo para que den testimonio de esa verdad, con sus vidas, con sus obras, con su amor, para que brillen y disipen las tinieblas del mundo con su luz, sirviéndolo. Ustedes tienen ese poder, solo tienen que creer y poner su fe por obra.
Déjense guiar con docilidad, siguiendo las mociones del Espíritu Santo, para que sean instrumentos fidelísimos de Dios, poniendo a su servicio todos sus talentos, porque de eso les pedirá cuentas.
Me han coronado con doce estrellas, una por cada tribu; y yo los quiero a todos. Así como mi corona me ha sido entregada por los méritos de mi Hijo, deben saber que, para que yo fuera coronada con corona de oro, mi Hijo fue coronado primero con corona de espinas.
Cada hijo mío ha sido llamado, no para ser servido, sino para servir. ¡Brillen, hijos míos!, ¡iluminen el mundo con su luz! Pero Dios los libre de gloriarse sino en la cruz de su Señor, por la cual el mundo es para ustedes un crucificado, y cada uno de ustedes un crucificado para el mundo, un pobre siervo fiel, que solo hizo lo que tenía que hacer».