29/01/2025

MCM Lc 12, 1-7

NO TENER MIEDO SINO SANTO TEMOR DE DIOS

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos V, n. 44)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

                 

Evangelio según san Lucas: 12, 1-7

No teman, pues, porque ustedes valen mucho más que todos los pajarillos.

 

«Hijos míos: no tengan miedo, Jesús está con ustedes todos los días. Es Él quien sostiene a la Iglesia, y el Hades no prevalecerá sobre ella, porque el demonio no tiene sobre el Señor ningún poder.

Cristo les da la paz y la calma en medio de la oscuridad, de la tormenta, de los vientos fuertes y de los tiempos difíciles. Los sostiene y cuida a su esposa, la Santa Iglesia, y les pide que lo ayuden. La Iglesia los necesita. Necesita su fe, su esperanza, pero sobre todo su amor. La Iglesia es madre, y ustedes son los hijos de la Santa Iglesia, que los enseña, los gobierna, los alimenta con la Palabra y con la Santa Eucaristía, que es el Cuerpo y la Sangre de Cristo. En ella se reúne el pueblo santo de Dios en un solo rebaño y con un solo Pastor.

Confíen y abandónense a la voluntad de Dios, no con miedo, sino con santo temor de Dios, por el que busquen agradar y servir a su Divina Majestad. Permanezcan en la seguridad de la Barca que es la Santa Iglesia, y en la tranquilidad de que navegan hacia puerto seguro, porque el Hijo de Dios está presente en Cuerpo, en Sangre, en Alma, en Divinidad, en presencia viva en la Eucaristía. 

Cuídense de la hipocresía, porque todo, absolutamente todo lo ve Dios. No hay nada oculto a sus ojos. Confíen en la Santa Iglesia, escuchando y obedeciendo la Palabra de Dios, respetando su ley, su doctrina y su Magisterio, buscando siempre al Señor cuando tengan miedo, cuando se sientan cansados y débiles, cuando los sorprendan las olas fuertes y hagan tambalear su fe. 

Nunca pierdan la esperanza. Abracen su cruz con la alegría de saber que después de la noche hay un nuevo día. Pero aun en medio de la oscuridad, y de la tempestad, permanecen seguros dentro de la Barca.

Recurran a la oración, a la consagración a mi Inmaculado Corazón, y al rezo del Santo Rosario, para que vean la luz en medio de la oscuridad y crean que valen para Dios más que todos los pajarillos del mundo».