ESTAR PREPARADOS
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos IV, n. 57)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Lucas: 12, 32-48
También ustedes estén preparados
«Hijos míos: yo soy Madre de Misericordia. Yo auxilio a mis hijos e intercedo por ellos hasta el último día, cuando mi Hijo vendrá con justicia. Su misericordia es más grande que su justicia, pero justicia se hará.
Dios llama a los más pequeños, para confundir a los sabios y a los fuertes. Escoge lo que no es, para reducir a la nada lo que es, para que nadie se gloríe en la presencia de Dios, y para que el que se gloríe se gloríe en el Señor. Dios no elige a los que más saben, sino a los que más aman.
Mi Hijo Jesucristo advierte que su palabra es la verdad, y lo que está escrito se cumplirá hasta la última letra. Por tanto, para asegurar que Él vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos al final de los tiempos, no hay que ser profeta, sino creyente. Y hay que anunciarlo a la gente, como un deber, no para asustarla ni preocuparla, sino para enseñarla y prepararla ante un hecho inminente. El Señor los invita a ser realistas. La noticia de su venida es motivo de alegría, porque, aunque venga con su justicia, ya ha derramado en el mundo su misericordia a través de su sangre, hasta la última gota, y les ha traído su compasión y su perdón, con su redención, entregándose a la muerte, por su propia voluntad, para alcanzarles la vida, en su resurrección. Él los llama. Despierten, enciendan las velas, prepárense, es tiempo. Acumulen tesoros en el Cielo, porque donde esté su tesoro ahí estará su corazón.
Nadie sabe ni el día ni la hora, pero yo les digo: es tiempo de permanecer en vela, orando; reunidos conmigo en un verdadero encuentro con Cristo, que provoque la conversión de sus corazones, a través de un verdadero arrepentimiento y propósito de enmienda, profesando con sus obras su fe, hasta que Él vuelva».