HEREDAR EL PARAÍSO
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 18)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Lucas: 15, 1-3. 11-32
Tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida.
«Hijos míos: miren qué amor tan grande les ha mostrado el Padre, que se llaman hijos de Dios, y lo son. Esa es su heredad, y es por heredad que reciben el paraíso prometido del Señor. Y es por heredad que el Padre merece ser tratado como padre, y que ustedes han merecido, por el Hijo, ser tratados como hijos, porque de verdad lo son.
Mi rostro es la belleza, la ternura y el amor de una verdadera Madre, que busca, que insiste, que encuentra y que auxilia a sus hijos perdidos, para que encuentren el camino de vuelta al Padre, porque nadie va al Padre si no es por el Hijo. Yo busco a mis hijos en medio del mundo, porque es ahí en donde se han perdido.
Algunos de mis hijos se han pervertido, se han desviado del camino, han idolatrado falsos ídolos. Es ahí en donde voy a encontrarlos, para que, por mi intercesión, los ojos misericordiosos del Padre se fijen en cada hijo perdido, para que lo atraiga a Él, a través de los sacramentos, que es el abrazo misericordioso del Padre.
Yo busco a mis hijos, para llevarlos de vuelta a la casa del Padre. A los que todo se les había dado, pero lo han derrochado, lo han malgastado, lo han despilfarrado, y todo lo han perdido, para que puedan volver. Porque si ya no tienen fe, si ya no tienen fuerzas, si ya no tienen nada, ¿cómo pueden volver?
Mi herencia para mis hijos es mi auxilio, para que los que se han ido y se han perdido despilfarrando su herencia, y ya no tienen nada, tengan los medios para regresar de vuelta al abrazo misericordioso del Padre, con un corazón contrito y humillado, que Él no desprecia.
No malgasten, hijos míos, los dones que su Padre les ha dado. Multiplíquenlos, ofrézcanselos, entréguenselos con creces, porque para eso se los ha dado. No para que los malgasten, los malogren y los despilfarren. Porque los dones que les ha dado el Señor son finitos, se acaban. Busquen la eternidad de sus obras dando fruto, porque el fruto permanece.
Crean en el Hijo de Dios y pongan su fe por obra, para que alcancen la vida eterna, porque esa es su heredad. Eso es lo que su Padre que está en el Cielo les quiere dar.
Yo soy la esperanza del Padre, que siempre espera, y no se cansa de esperar a cada hijo hasta que vuelva. Yo no me canso de buscar y buscar, hasta que los encuentro y los llevo de vuelta, por mi heredad, que es la misericordia del Padre a través del Hijo.
Abran sus corazones y reciban el abrazo misericordioso de su Padre, confiando en el amor del Hijo fiel que permanece a la derecha de su Padre, y que, viendo que ustedes ya no tienen nada, se compadecerá y compartirá con ustedes su Paraíso, los sentará a la mesa y Él se sentará con ustedes, comerán con Él, y Él comerá con ustedes, porque esa es su heredad».