01/02/2025

MCM Lc 17, 1-6

CORREGIRSE Y CORREGIR

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre 

(Fuente: Espada de Dos Filos V, n. 76)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Lucas: 17, 1-6

Si tu hermano te ofende, trata de corregirlo.

              

«Hijos míos: yo soy el reflejo del rostro vivo de Jesucristo resucitado, por quien soy Madre de misericordia. Mi rostro es el perfil de la perfección humana en la majestad divina. Pero no todos pueden ver esa belleza, sino solo los que se saben hijos y me reconocen como Madre, porque el rostro más hermoso para un hijo es el rostro de su madre. Reconózcanme como Madre, porque lo soy. 

Mi rostro es el reflejo de la gracia y la misericordia de Dios: la pureza, la humildad, la bondad, la inocencia, la magnificencia, la fe, la esperanza, la caridad, la sabiduría, la ciencia, el entendimiento, la perseverancia, la paz. El rostro de Cristo es el rostro de la misericordia de Dios que perdona, que santifica, que salva, que da vida eterna. El rostro desfigurado de Cristo crucificado en la cruz es el reflejo del daño que causa el pecado.

La Iglesia es el cuerpo de Cristo, todos se ayudan y todos se afectan; un solo cuerpo, en unidad, en comunidad. Deben aprender a vivir en la verdad, para que se ayuden entre ustedes; que se corrijan, que se perdonen, que se amen. Y el que esté libre de pecado que arroje la primera piedra. Yo a los que amo los corrijo.

Pido para ustedes la gracia para que fortalezcan su voluntad, para que rectifiquen el camino, para que se alejen de toda tentación y de toda ocasión de pecado, y para que resistan a todo en lo que sean probados. Corríjanse y corrijan a sus hermanos.

Vivan la unidad de vida, que es tener los pies en la tierra y el corazón en el cielo, constantemente, uniendo su voluntad humana a la voluntad divina, para que alcancen la perfección en Cristo, para que no caigan en tentación, porque Él sabe que la carne es débil, y les ayuda advirtiéndoles que no se pongan en ocasión de pecado y no consientan las circunstancias de peligro, porque eso es tentar a Dios, que les da la gracia, pero respeta la libertad de la voluntad, y la voluntad del hombre es débil.

Contemplen la belleza de mi rostro, para que entiendan que la perfección ordinaria refleja la gracia extraordinaria de la única verdad, que es Dios».