SERVIR A CRISTO
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos V, n. 77)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Lucas: 17, 7-10
No somos más que siervos: solo hemos hecho lo que teníamos que hacer.
«Hijos míos: yo dije sí, y el Señor hizo en mí según su Palabra: me hizo Madre. Como una madre sirve a un hijo pequeño, así sirvo a mi Señor. Lo cuido, lo alimento, le doy de beber, lo visto, lo acompaño, lo enseño, oro por Él, lo abrazo, mientras Él crece en sabiduría, en estatura y en gracia, y Él aprende de mí a servir, para hacerse ejemplo y servir al mundo entero, porque Él no ha venido al mundo a ser servido, sino a servir, y a dar la vida como rescate por muchos. Y ¿qué es el servicio, sino obras de misericordia?
Yo soy la última, la servidora de todos. Y Dios me ha hecho primera en el Reino de los Cielos: Madre de Dios, para servirlo como Madre de la Iglesia, para cuidarla, alimentarla, darle de beber, vestirla, sanarla, acogerla, visitarla, enterrar a sus muertos, enseñarla, darle consejo, corregirla, perdonarla, consolarla, sufrir con paciencia sus errores, rezar por los vivos y por los muertos. Yo medito todo esto en mi corazón, y todo lo hago por amor de Dios.
El ejemplo del comportamiento de un discípulo de Cristo lo ha puesto Él mismo. El ejemplo es el servicio. Servirse unos a otros, amarse los unos a los otros, dar la vida por los amigos, eso es el ejemplo que Él les ha dado, para que todos ustedes, mis hijos, hagan lo mismo, porque no es más el siervo que su amo. Jesús nos sirve, nos enseña, nos da ejemplo para servir a Dios. Yo misma lo vi lavando los pies de sus siervos, sirviéndolos y haciéndolos sus amigos.
Acudan a mi auxilio, para que les ayude a entregar su voluntad a la voluntad de Dios, diciendo: he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra».