26/01/2025

MCM Lc 1, 39-48

CONFIAR EN LA MADRE

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos VII, n. 55)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

EVANGELIO DE LA SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA VIRGEN DE GUADALUPE

Evangelio según san Lucas: 1, 39-48 

Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.

 

«Hijos míos: yo soy la Siempre Virgen Santa María de Guadalupe. En México está mi casita, y este es un pueblo fiel. Es aquí a donde todos vienen a verme, a implorar mi socorro y mi protección, porque yo acudí primero. Yo vi la necesidad de mis hijos y vine con prontitud a darles mi auxilio. Y no he hecho nada igual con ninguna otra nación.

Es desde aquí que yo quiero mostrarme Madre, para que nazca la luz para el mundo. He venido a auxiliarlos y a consolarlos, hijos míos. Confíen en mí. ¿De qué se preocupan? ¿No estoy yo aquí que soy su Madre?

Yo soy Madre de Misericordia, y en mi seno llevo la Luz que ha sido engendrada para iluminar a los hombres, para encender sus corazones en el fuego del Amor, haciéndolos hijos en el Hijo, haciéndome Madre de los hijos, por el Hijo, para recuperar a cada uno, para que cada hijo encuentre el camino de vuelta a casa, al abrazo seguro y misericordioso del Padre.

Y fui llevada al cielo, para hacerme Reina del Cielo y de la tierra, para que, como Madre, regrese a la tierra a buscar a mis hijos, para mostrarles el camino. Y he venido a este pueblo, en donde me han recibido, porque es un pueblo de fe.

Yo soy Madre que se queda, que abraza, que acoge, que protege, que lleva al encuentro con el Hijo, por voluntad del Padre. Porque nadie va al Hijo si no lo atrae el Padre, y nadie va al Padre si no es por el Hijo.

Reúnanse en torno a mí, para que los lleve al encuentro con el Amor, fruto bendito de mi vientre, para que sean verdaderos hijos y me dejen ser madre, y los consuele y los fortalezca. Reciban el Amor, conozcan a Cristo para que amen a Cristo, para que crean en Él y tengan vida eterna, porque todo el que crea en Él vivirá para siempre. Desde este rincón de la tierra, llegará la luz de mi vientre al mundo entero. Desde aquí anuncio la victoria de mi Inmaculado Corazón, pisando la cabeza de la serpiente, mientras ella intenta morder mi talón. Yo soy la Omnipotencia Suplicante, Madre del Verdaderísimo Dios por quien se vive. El demonio no tiene sobre mí ningún poder.

¡Alégrense!, porque el Espíritu Santo, que está conmigo y me llena de gracia, está con ustedes».